Hasta hace poco más de un año, los ourensanos podían disfrutar de una auténtica casa de baños al estilo del siglo XIX: la histórica 'Casa de Baños El Outeiro'

El Outeiro, la época gloriosa de los baños

Situada en el callejón próximo a la antigua prisión provincial, destaca en ella una hermosa fachada de ventanas verdes obra de Vázquez Gulías, que esconde un auténtico galimatías de edificios.
En realidad se trata de tres casas que ocupan un total de 1.800 metros cuadrados. La más antigua fue vivienda de los propietarios y pensión de agüistas de fuera de la ciudad; otra, construida posteriormente, acoge los baños más modernos, y la de Vázquez Gulías, construida únicamente para vivienda, tapa a los otros dos edificios.

Con la desamortización, los baños pasan a ser propiedad de Manuel Novoa en 1869, quien la vende en 1880 al italiano Genaro Mileo, que viene a dar a Ourense atraído por un pariente que ya residía en la ciudad. En ese tiempo, los baños, que aún se conservan, estaban excavados en la roca del terreno, y se llenaban con el agua de los tres manantiales propios, de aguas semejantes a las de As Burgas, a una temperatura de 45 grados.

Cuando muere Genaro Mileo, en 1906, su hija Carmen se hace cargo del negocio y encarga el edificio bonito a Vázquez Gulías, que se esmera en hacer tres plantas destinadas a vivienda. En una de ellas vivió de alquiler el poeta Prado Lameiro. Carmen alquila los baños a Patricio Martín hasta 1938, en que de nuevo se pone ella al frente y moderniza las instalaciones, incorporando las hermosas bañeras de mármol y la grifería que aún se conserva. A Carmen la sustituye su hijo Emilio Santamarina, médico de profesión, a quien suceden sus hijos, actuales propietarios, quienes en 2012 cierran los baños por problemas burocráticos con el ayuntamiento.

La época gloriosa de los baños fueron los años anteriores a la divulgación del cuarto de baño. Asiduos eran los soldados del Regimiento que acudían a bañarse un día a la semana, hasta que en 1950 se instalan duchas en el cuartel de San Francisco. La casa contaba con 11 bañeras, dos duchas y un choro. En 1947, La Región publicaba los precios del Outeiro: con toalla y jabón, 4 pesetas, que pasaban a 3 si los llevaba el bañista. La casa ofrecía también servicio de lavandería, consistente en cinco lavaderos abiertos en los que las vecinos podían lavar la ropa en agua caliente. Los propietarios disfrutaban ademas de huerta y jardín con bajada particular al río Barbaña. Hoy, todo se conserva tal y como lo dejó Carmen, la antigua propietaria.

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