SUCESO EN PONTEVEDRA

“Oxalá que non sexa certo", dicen los vecinos de Arturo

OURENSE. 05.07.2015. CONCELLO DE PADRENDA, ASESINATO DE JOVEN DE ARBO. FOTO: MIGUEL ANGEL
photo_camera Un grupo de vecinos ayer en el bar San Mauro, propiedad de la familia de Arturo Domínguez.

En Crespos afirman que el detenido tras las muertes de Arbo es "un rapaz normal" que no se mete en peleas, al que le apasiona la caza por tradición familiar y acaba de comprarse un coche

Entre Crespos (Padrenda) y Arbo hay un viaje de casi una hora que se puede hacer a través de la frontera en Pontebarxas o por la ribera norte del Miño. En cualquier caso hay que cruzar el río. Es el viaje que hacía cada día, de lunes a viernes, Beatriz Rodríguez para ir a trabajar en un restaurante. Beatriz no vivía en Crespos desde hace apenas unos meses, pero tras la ruptura quiso que su hija continuase en el mismo colegio.

El jueves había tomado café por la mañana en el bar de Manolo -Manuel Pérez es el alcalde y tiene un bar muy cerca de la Casa do Concello de Padrenda-. "Eu non a coñecía moito, pero desde fai un tempo viña por aquí despois de deixar á nena no colexio. As veces soa, outras cunha amiga que traballa na sucursal do Banesto".

El primer domingo de julio a la hora del café las partidas se han trasladado a la terrazas de los bares. En San Amaro, apenas un par de kilómetros arriba del ayuntamiento, sólo hay una tertulia somnolienta a la entrada del bar San Mauro, el que regenta el padre de Arturo Domínguez, al que la Guardia Civil detuvo el viernes por la noche tras descubrir los cadáveres de Beatriz (30 años) y de Sergio (36) -la actual pareja de la mujer- en un monte a las afueras de Arbo.

Un sobrino de Arturo despacha la barra. La familia no quiere hablar. "Parece que xa o condeastes", se quejan. Los clientes, lacónicos, disculpan al chaval: "Imaxínese o golpe". En Crespos, dos mil vecinos, todo el mundo conoce a Arturo o a alguien de la familia -tres hermanos, él es el menor, y el padre, la madre falleció no hace mucho-. Un ex compañero de colegio define el sentir del pueblo. "Non mo creo. Non puido ser él. É un rapaz normal. Oxalá non sexa certo". Recuerda que habló con él la semana pasada. "Estaba aí, bailando coa filla... acababa de comprar un audi". "Escoítase de todo -interviene otro vecino-. Pero eu só sei que nin se metía en peleas e era moi traballador".

Ayer muchos vecinos de Crespos hicieron el camino hasta Crecente para el entierro de Beatriz.

“Non parecía agobiado, pero si moi enamorado"

Arturo Domínguez tiene siete años  más que Beatriz. Hace nueve habían empezado su relación. Hace ocho nació la niña. Él había jugado al fútbol, lo recuerdan como delantero en el Crespos y en el club de fútbol sala, incluso hizo sus pinitos en Portugal hasta que tuvo que dejarlo después de operarse las rodillas. Tenía una retroexcavadora con la que se ganaba la vida. Hacía trabajos para el concello (zanjas, pistas) y para gente de la zona. También había encontrado un trabajo como vigilante en un coto de caza privado en Quinta. La caza le entusiasmaba. El bar de la familia es punto de encuentro para las batidas de jabalíes. "É un apaixoado do monte que pode pasar desde o venres ao domingo alá. Ten dez ou doce cans. Estaba en todas as batidas. Aquí hai moitísima afición", apunta un vecino. Un hermano de Beatriz, su cuñado, compartía con él afición y batidas. Desde la ruptura vivía con el padre en la casa del bar. Los vecinos no recuerdan que hiciera demasiada vida social al margen de la caza. "Non parecía agobiado", cuenta un próximo, "pero si estaba moi enamorado".

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