Es el lugar clandestino de la ciudad a donde más toxicómanos acuden para inyectarse la droga
Catorce días después de que La Región publicara la presencia de cuatro "picaderos" de droga en el Casco Vello de Ourense y las condiciones en las que éstos se encontraban, ni las administraciones públicas ni las organizaciones que hasta el momento llevaban a cabo el acondicionamiento de los puntos de inserción se han puesto de acuerdo para llevar a cabo una limpieza.
Especialmente llamativo es el caso de las traseras de la antigua prisión provincial de la rúa Progreso, donde se concentra el mayor número de jeringuillas y de otros elementos empleados en el consumo de droga. Los terrenos, de titularidad pública, aún no han sido despejados de este material.
El alcalde de la ciudad, Agustín Hernández, anunció el día de la publicación de las primeras informaciones que el Concello "tomaría medidas" para "previr riscos" y "garantir a saúde pública dos veciños", al tiempo que señaló que estudiaría la propiedad de los terrenos donde se ubican los "picaderos".
Durante estos años, la Asociación de Usuarios, Exusuarios y Técnicos de Drogas (Asut), financiados por la Diputación, han sido los encargados de recoger el material utilizado en los puntos de inserción para que no supusiera peligro alguno a los que por allí transitan. Por otro lado, en estrecha colaboración, el Comité Cidadán Anti-Sida de Ourense organizaba programas de recogida y consumo seguro de drogas, aunque un recorte del 50% de su presupuesto en los últimos seis años ha mermado estas prestaciones.
Una vez que la ubicación de algunos de estos picaderos, los más frecuentados, salió a la luz pública, uno de ellos, situado en la rúa Hernán Cortés, fue tapiado.
Aunque la Asut tenía prevista una limpieza para finales de este mes de julio, y el número de "picaderos" en la ciudad se ha reducido de trece a cuatro en los últimos años, no se ha emitido una respuesta efectiva que ponga fin a la situación de abandono de los puntos que todavía se conservan a día de hoy.
