El pintor celanovés Baldomero Moreiras pide a las autoridades "color" para la obra de ingeniería singular que cumple 100 años
El pintor celanovés Baldomero Moreiras lanza una apuesta a las autoridades ourensanas. Ya lo hizo en el acto de presentación de las actividades del Puente Nuevo organizadas por La Región y lo vuelve a recordar en esta entrevista. Pide "color" para la obra de ingeniería singular que cumple 100 años. El artista presenta su visión creativa de la construcción en una lámina que los lectores del periódico podrán conseguir, gratuitamente con su ejemplar, mañana. La obra de Moreiras es la tercera entrega de una colección en la que participan cada miércoles once artistas locales. "La lámina busca un mayor protagonismo para nuestro puente, posibilitándolo de más miradas dignas del centenario que nos ocupa", adelanta el celanovés.
¿Qué visión del puente regala a los lectores de La Región?
Mi intención era cargar de color la construcción centenaria, que es además una de las características de mi pintura. En mi caso, es un color muy contrastado y potente. Quise ubicar la parte de hierro del puente con más colorido y la intención era vestirlo de fiesta y de gala. ¿El objetivo? Que las autoridades competentes de Ourense se atrevan a pintar esa parte de hierro de un color más llamativo. Durante una década, por ejemplo, o el tiempo que fuese. Puede ser un azulón, un rojo... Hace veinte años que se hizo algo así con la torre Eiffel y fue un impacto internacional. Como este puente está inspirado en ese tipo de diseño, de aplicar el hierro en la arquitectura, ¿qué mejor motivo que para celebrar el centenario que vestir el puente de fiesta?
Lo comentó en el acto de presentación de las actividades del Puente Nuevo, donde estaban las autoridades. ¿Cree que les convenció su discurso del color?
Pues no sé, pero sería bonito. No es algo que tenga que ser para toda la vida. Simplemente un color como un ocre, por ejemplo, sin que llegue a ser un amarillo fosforito. Un ocre rompe toda la imagen y resultaría llamativo.
¿Qué recuerdos tiene del Puente Nuevo?
Cuando yo llegué a Ourense, las primeras veces que pasé por el puente de hierro, cruzaba un camión o dos autobuses y aquello se movía y temblaba. Me parecía una sensación casi de pánico. Pensaba que se iba a caer, pero no, y esa es la gracia de la construcción, que la movilidad impide que se caiga. Lo recuerdo de mi época infantil, de cruzarlo y asustarme.
¿Ha envejecido bien la obra?
Creo que sí, está perfectamente conservado. La parte de hierro no la he mirado con lupa, supongo que hay que pintarla constantemente y me remito a la Eiffel de nuevo. En ella acaban de pintar la parte más alta e instantáneamente la empiezan a pintar por abajo. Estuve dando vueltas alrededor del puente durante estos días, con motivo de la creación de la lámina. Me pareció más bonito que nunca. Tiene una arboleda fantástica, había patos en el río...Incluso llegué a pensar en pintar los animales y el agua, pero era jugar a quitarle protagonismo al puente, entonces me centré en el arco de hierro.
¿Cómo fue el proceso creativo?
Fui una mañana y traté de buscar el efecto de luz, el día estaba nublado, y justo en uno de los momentos de sol, sobre las 10,00 de la mañana, cogí esa luz para crear mi imagen.
¿Qué simbolizó el puente?
Fue el primer paso de gigante de pueblo a ciudad.
¿Qué otros proyectos tiene pendientes?
Mi proyecto más inmediato es la exposición "Eco das amazonas", que estuvo en la Sala Valente y ahora la llevaremos a Santiago de Compostela, al Museo do Pobo Galego. Está en fase avanzada. Y unos amigos portugueses quieren llevarla a Portugal, y sería fantástico que acabase en Lisboa. Pero esto último aún está en el aire. Es un proyecto ambicioso para mí.
¿Qué acogida tuvo en Ourense?
Fantástica. Casi 4.000 visitantes, que me parece un dato hermoso. Lo más bonito que me sucedió es que la gente me hablaba por la calle y esta exposición fue de boca en boca. Eso quiere decir que ha gustado a la gente. Fue muy emocionante para mí.
