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El acusado de matar a Milia: “Confesé porque me pegaron"

El fiscal bajó hasta los 26 años y medio de cárcel al estimar que el incendio fue de menor entidad

El Alexandru Marius Luca (22 años) del juicio de ayer aparentemente parecía el mismo de las últimas cuatro sesiones: idéntica ropa y calzado, actitud ausente -superado por las circunstancias, incluido el idioma- y hasta la misma soledad (no estuvo arropado por ningún miembro de su familia). En el último momento, cuando ya finalizaba la vista, algo cambió. Y se reivindicó.

Procesado por el asesinato de Tomás Milia Méndez (72 años), quien había contratado los servicios sexuales que ofrecía el joven en internet, habló por primera vez desde que confesó los hechos en Comisaría en la madrugada del 5 de octubre de 2013. Aprovechó su derecho a la última palabra, tras negarse a declarar ante la sala que lo juzga, para decir que en aquella ocasión se declaró culpable porque "los agentes me dieron una paliza gravísima". En aquella ocasión admitió que mató al cliente tras una discusión porque sólo quería pagarle 40 de los 160 euros comprometidos. 

Expuso que en la cárcel lo está pasando "muy mal" y recordó que por eso se arrojó desde el tejado de la capilla de la prisión de Pereiro. Sus últimas palabras sonaron a desesperada petición de clemencia: "No creo lo que me está pasando".

Acusaciones

Las acusaciones no se movieron  un ápice de la argumentación inicial sobre la sucesión de los hechos delictivos: el joven mató al farmacéutico, le robó seis relojes de oro, prendió fuego al piso para borrar las huellas y, cuando intentó zafarse de un policía que le registraba el maletero del coche, lo lesionó en una pierna (atentado a la autoridad).

Ahora bien, el fiscal introdujo cambios en su calificación jurídica. Al homicidio le añadió la agravante de abuso de superioridad, aunque con los mismos años de prisión (14), justificada en la diferencia de edad entre ambos (72 años frente a 19 cuando ocurrieron los hechos) y el empleo de un cuchillo afilado y cierta envergadura (con una longitud de 22,4 centímetros y hoja de 10,2). Bajó los años en su petición de condena  por la menor entidad del incendio del piso de Curros Enríquez. En total, 26 años y medio de prisión (inicialmente pedía 33), e incluyó un alejamiento a 500 metros de la familia de Milia durante ocho años.

En cuanto a las indemnizaciones, fija 25.000 euros para la hermana del fallecido (el otro renunció) y 15.000 para cada uno de los dos sobrinos, además de 65.000 euros por la depreciación de piso a raíz del incendio. Para el viudo no habrá dinero, porque declinó. Este último, que ejerció la acusación particular, se adhirió íntegramente a las tesis del fiscal en su exposición final.

La familia de Milia mantuvo la petición de 49 años de cárcel porque, al fin y al cabo, como recordó el letrado que la representa, "el acusado se paseó de forma amplia por todo el Código Penal". 

A esta parte las penas le suman más años porque aprecia un asesinato e invocó la gravedad que supuso el incendio para la seguridad colectiva. El abogado cree que hubo alevosía sorpresiva, es decir, un ataque imprevisto a la víctima cuando el inculpado atacó al septuagenario, "posiblemente en la cama", en base a que el forense sostiene que las dos cuchilladas en el cuello fueron dadas por detrás. No obstante, admite que antes de ir a por un cuchillo a la cocina hubo una discusión previa "por motivos que se desconocen" en la que el joven ya le golpeó la cara.

La acusación particular que ejerce la familia pide hasta 20 años de prisión por el incendio porque entiende que la gravedad del mismo está avalada por la evacuación de algunos vecinos, los daños provocados al inmueble afectado y el hecho de que el fuego fuera de madrugada, lo que puso en peligro a los moradores. 

Defensa: “El cadáver estaba muy colocado"

La letrada de oficio que ejerció la defensa, tras la renuncia del abogado de pago, se esforzó con denuedo en ir desmontando la declaración autoinculpatoria de su cliente ante la policía . Por ejemplo, dice que Alexandru mantiene que lavó el cadáver con lejía y no hay rastro de  esa sustancia por ninguna parte. O que no tiene sentido coger ropa con sangre y meterla en una bolsa  (la llevaba el procesado al ser detenido) si ha provocado un incendio previo para destruir pruebas.

Pero sabe que lo tiene complicado y, por eso, introdujo una alternativa de condena por homicidio, hurto, desobediencia y daños con 10 años y medio de cárcel, planteando atenuantes de consumo de drogas, trastorno mental  y dilaciones indebidas.

Pese a que sabe que un testigo vio bajar a su cliente de la planta donde residía Milia, le restó importancia. "No sabemos si entró o no a ese piso y el vecino lo ve muy tranquilo", expuso. Sostiene que el cadáver "estaba muy bien  colocado en la bañera, sin señales de arrastre", algo imposible para una única persona. En cuanto a los relojes, el inculpado lo tenía porque "se los pudo dar Milia u otra persona".

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