CANONIZACIÓN DE UN OURENSANO

La chilena que hizo santo a un ourensano: "San Faustino me salvó"

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photo_camera Verónica Stoberg (dcha), ayer en Madrid con Patricia Olivares (izqda) y Sacramento Calderón (centro). (Jesús G. Feria)

Verónica, una mujer chilena, relata cómo se recuperó de una muerte cerebral en 2003 cuando los médicos estaban a punto de desconectarla y su marido rezó al ourensano Faustino Míguez, que será santo con este milagro. 

Cuando los médicos avisaron a Pedro Núñez de que su mujer, en muerte cerebral, iba a ser desconectada, se encomendó a un beato ourensano. "Mi esposo rezó ante la imagen del padre Faustino y le dijo: 'Pelaíto, dale una mano a mi señora para que pueda sobrevivir", recuerda 14 años después Verónica Stoberg, la protagonista del milagro que el Vaticano ha validado y que convertirá a un sacerdote de Celanova en santo. Esta mujer chilena y toda su familia serán testigos de la canonización, este domingo en Roma.

"Que yo esté viva es un milagro", dice esta madre de cuatro hijos, con los que ayer visitó España para conocer el legado del hombre al que hizo santo. Fue cuando estaba embarazada de su cuarto hijo, Sebastián, cuando se obró lo "inexplicable", como se refiere la mujer al capítulo más emocionante de su vida. "Me estalló el hígado y por cesárea salvaron al niño, pero para mí no había esperanza. El diagnóstico era muy severo", explica.

Cuando llamaron a sus familiares para lo que parecía un adiós inevitable, su marido solo quería rezar. "No encontró ninguna parroquia abierta. Mis hijas mayores le dijeron: 'Papá, vamos al colegio. Allí hay una capilla", relata. Sus niñas estudiaban en el Divina Pastora de La Florida (Chile), uno de los centros que mantiene vivo el legado de Faustino Míguez, fundador del Instituto Calasancio Hijas de la Divina Pastora. Hoy su herencia se extiende por cuatro continentes.

Al otro lado del charco, en la escuela donde imploraron al santo por la salud de Verónica, son días de caos: "Estamos todos viajando. La madre Patricia Olivares se marchó. Creo que ya está en alguna parte de Roma", explica una voz al teléfono.

Verónica Stoberg: "Iban a desconectarme y mi marido rezó al santo ourensano. Que yo esté viva es un milagro"

En realidad, la religiosa Patricia Olivares se encontraba ayer en Madrid, junto a Verónica Stoberg y su familia, en los actos organizados por las calasancias antes de partir a Roma. La monja es la otra pieza de este puzzle. "Ella recibió en la capilla a mi familia cuando acudieron a rezar por mí. Venía a verme al hospital con una reliquia del padre Faustino. Yo notaba una fuerza y un calor intenso en el pecho. Después supe que coincidía con las veces que acercaban a mí su figura", explica la madre chilena.

"¡A qué santo le has pedido!"

El milagro atribuido a la intersección de Faustino se obró cuando los análisis médicos dieron un vuelco. El hígado dejó de sangrar. "Los niveles estaban normales y pude entrar a quirófano. Los médicos solo pudieron decirme: '¡Pero a qué santo le has pedido!", ríe Verónica.

A medida que se acerca el día de la canonización, las emociones de esta mujer son como una montaña rusa. "Vengo de llorar en la tumba de San Faustino. Mi familia y yo hemos hecho un viaje de muchas horas para visitar la tierra del santo que obró el milagro. Es muy importante para mí transmitir lo que él hizo, siento que tengo que hacerlo. Que yo esté viva es un milagro y nos encomendamos siempre a él. Faustino es parte de mi familia", asegura.

Sebastián, el bebé que los médicos salvaron en 2003 mediante cesárea, es hoy un adolescente que se emociona con la figura de un hombre que nació en una aldea ourensana y que el próximo domingo será santo. "Mi hijo está feliz. Toda la familia rezamos mucho para mantener la humildad", cuenta la chilena.

El viaje continúa para Verónica Stoberg. Arropada por la familia calasancia, hoy pone rumbo a Roma. El domingo, el Papa Francisco inscribirá a San Faustino Míguez como el número 884 de los proclamados durante su Pontificado. 

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