EN CLAVE

Saturno, de la serie negra de Goya

Un bebé es rescatado de las entrañas de un contenedor de la basura, como quien le salva de las fauces de Saturno, que ingería a sus propios hijos. Qué duras son algunas digestiones.

Lunes, 18 - Como Saturno, que devoraba a sus hijos

La mitología construyó a deidades bastante aborrecibles. El tal Saturno se comía a los hijos que había concebido con Rea, su pareja. Lo hacía, dice la leyenda que reviste a este tipo de personajes, porque tenía miedo a que alguno de sus vástagos le despojase del poder. Se trata, también según el relato que ha dejado el legado de la historia, de una especie de alegoría sobre el paso del tiempo, que Saturno creía detener si se papaba a su descendencia. También Goya quedó prendado de la historia y pintó el óleo titulado Saturno devorando a su hijo, una obra que espanta en el primer vistazo. Sobrecoge, que era lo que perseguía. Había que imaginarse la pintura decorando una pared de la Quinta del Sordo, propiedad que el pintor aragonés adquirió allá por 1819. Pero también la historia ha traído hasta aquí hechos parecidos, no mitológicos precisamente, sino muy reales. La información de sucesos, que es algo así como las letrinas de la propia vida, engorda con historias truculentas. El lunes este periódico despachó una. El envoltorio era perfecto: un bebé fue recogido nada más nacer de un contenedor de basura en el barrio de A Ponte. Con vida y aún envuelto en el cordón umbilical. No pidan justificación al caso. No pidan aquí peritaciones psiquiátricas sobre las razones que llevan a una persona a dejar a un recién nacido entre las inmundicias y residuos que generamos para que se lo lleve el camión de la basura. En tiempos quedaba la cestita con la criatura al lado de la puerta de una familia opulenta o en el felpudo de un convento. Apellidos como Iglesias o Expósito provienen de neonatos dejados en los hospicios. El caso del contenedor, insisto, fue más truculento. Los autores de la fechoría vivirán con una conciencia que les reconcome. Saturno se comía a sus hijos creyendo conseguir un fin. Ignoro qué perseguía la pareja que tiró a su hijo al contenedor. El cuadro de Goya forma parte de las pinturas de la llamada Serie Negra. El caso del niño del contenedor no es un cuadro, es un borrón de la serie negrísima.

Martes, 19 - Las generaciones y el fenómeno fans

Una panda de quinceañeras se pasó un mes haciendo cola para tener el privilegio de estar en la primera fila del concierto del relamido Justin Bieber. Ocurrió en noviembre pasado en Madrid. Las chavalas se turnaban para no perder el puesto en la fila. Una cadena de tuppers que distribuían entre ellas actuaba como una especie de caja de resistencia. No se espante, señora, hubiese hecho usted lo mismo para ver a Los Pecos si sus padres hubiesen doblado. Cuando,por fin, tuvieron en sus manos la entrada creyeron alcanzar el cielo con las manos, si es que las chavalas de hoy tienen en estima tan etéreos anhelos. Al final, lo de menos, el concierto. Justin Bieber resultó ser aún más de plástico de lo que aparenta. Eso sí, chillidos y amagos de desmayo hubo cantidad. Había que justificar los días haciendo cola. Ninguna de ellas recordará el concierto, todas contarán la batallita de los días haciendo cola. En Ourense, los abuelos de las fans de Bieber se marcaron también unas colas de cuidado en las agencias de viajes para hacerse con los viajes del Imserso. Cuentan las crónicas que hasta hubo jaleo porque alguien se colaba. Benidorm, como Justin Bieber, también merece el  madrugón y las colas para el viaje baratiño. No les espera a los abueletes Justin Bieber, sí María Jesús y su acordeón. Pajaritos por aquí, pajaritos por allá.  

Miércoles, 20 - A los titulares les faltaban comillas

Josefa Álvarez, abuela de Ourense, se nos ha ido con 111 años de edad. En Verin han tardado 70 años en volver a aprovechar el manantial termal de Caldeliñas. En Valdeorras, la cosecha mengua hasta un 70% y no va a quedar más que para unos chatos. Caos y decenas de muertos en México por un fuerte seísmo. Cataluña sigue construyendo su realidad a base de sombras chinescas y castellets de naipes. Asuntos de portada en el miércoles. Faltó un entrecomillado: "Rick, el mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos". Ya solo nos queda París.

Jueves, 21 - Va a ser que decimos lo que decimos

Los ourensanos le damos un notable a nuestro trabajo. Eso dice el Instituto Galego de Estatística que dicen los ourensanos que contestaron a una encuesta en la que nadie jura decir la verdad, nada más que la verdad. Eso dicen que decimos. Eso.

Viernes, 22 - Igual que la guerra de papá y mamá

El Sergas hace contratos laborales el lunes y los cesa el viernes, para volver a contratar el lunes siguiente. En realidad el Sergas contrata por horas en medicina y enfermería y cuando el profesional llega a la consulta y enciende el ordenador ya se tiene que ir porque acabó su relación laboral. La Seguridad Social se ha puesto a vigilar y el procedimiento no le gusta. Aquello que la Administración censura en la empresa privada acaba siendo también su modus operandi. Además, las sospechas entre dos organismos públicos es como las peleas de papá y mamá. Los platos vuelan y la confianza también.

Sábado, 23 - La población reclusa también escasea

En los últimos años el ambiente social y político se ha vuelto espeso, lleno de casos de corrupción, delitos horrendos, desapariciones sin esclarecer. Nunca como de un tiempo a esta parte hemos tenido la sensación de que la sociedad ha ido enfermando y sus patologías solo merecen jarabe de cárcel. Ocurre, sin embargo, que la prisión de Ourense tiene el menor número de internos de los últimos ocho años. O es un síntoma de que la delincuencia es aquí de medio pelo y no merece rejas o que se hace buena la frase de que más vale un culpable en la calle que un inocente en la prisión. 

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