DÍA INTERNACIONAL DEL MAYOR

‘Ser mayor sólo es tener experiencia'

photo_camera Chelo Ferreiro, formadora de Cruz Roja, Rosa González y Margarita Bispo, cuidadoras. (MARTIÑO PINAL)

Una exposición y un coloquio en Cruz Roja sirvieron ayer para poner el foco sobre el Día Internacional del Mayor, aprovechando la ocasión para abordar problemas y mostrar las alegrías de este colectivo

Envejecemos. Esa es nuestra única verdad mientras estamos vivos. Nos hacemos mayores y sobre todo en una provincia como la de Ourense, donde el envejecimiento poblacional supone ya un problema de futuro. Cruz Roja celebró ayer el Día Internacional del Mayor recordando que en 2013 atendió a más de 300.000 personas mediante actividades y proyectos, y a más de 2.000 desde Ayuda a Domicilio Complementaria, Teleasistencia, Centro de Día, Respiro Familiar y Préstamo de Ayudas Técnicas.

Rosa González y Margarita Bispo son cuidadoras, de las que llevan a cabo su trabajo sin título académico, pero con la dedicación que sólo sale del corazón: cuidan o cuidaron a sus progenitores y en el caso de Rosa, ahora a su marido. Son 24 horas, los sietes días de la semana, las 52 semanas del año. Pero lo tienen claro: "No es duro, porque lo haces con tanto cariño que no te das cuenta". Eso sí, ahora ya saben que los problemas de salud siempre llegan después. "Las secuelas de no disponer ni de un minuto para tí, son físicas y psíquicas, y acabas enfermando", aseveran.

Y ahí les ayuda Cruz Roja con el programa Respira, que trata precisamente de ofrecer algo de oxígeno a los cuidadores no profesionales, en su gran mayoría mujeres, y enseñarles a trabajar con un enfermo. A pesar de este duro régimen laboral y la nula remuneración económica, ninguna pensó en llevar a los suyos a una residencia, "porque teníamos la suerte de poder cuidarlos nosotras". Su recompensa es para ellas impagable: "Es vivir el día a día con ellos, y poder decir que está junto a tí. A veces te hacen reír, a veces enfadar, pero no se cambia por nada".



Paradoja

Aunque resulta paradójico que, en cambio, ni Rosa ni Margarita querrían ser atendidas por sus hijos: "No quiero que mis hijos pasen por esto, si estoy bien me cuido y perfecto; si no lo estoy, a una residencia, no quiero cargarlos con lo que yo pasé", señala Rosa. Margarita asiente: "Que me cuidaran, claro que me gustaría, pero piensa que tal y como está el sistema va a ser algo muy complicado. Y yo por nada del mundo quiero romperles su vida".

Chelo Ferreiro, enfermera y formadora de Cruz Roja trabaja tanto con familiares cómo con usuarios. "Busco sobre todo el desahogo del familiar y enseñar cómo cuidar". Y es que hay varias claves a tener en cuenta. Una de ellas, como recuerda Chelo Ferreiro, "es preparar para el duelo porque el vacío que queda es muy grande. Demasiadas horas de cuidados". Otra es la culpabilidad. " Sienten mucha. Por no tener paciencia, por desmoronarse, por levantar la voz. Y eso les crea secuelas que pagan con el tiempo. Sienten que no hicieron todo lo que era posible y eso es una carga tremenda". No se puede olvidar que los cuidadores también cumplen años y tienen sus patologías, "algunos incluso cuidan a familiares que nos les han dado una buena vida".

Ser mayor no crea un colectivo homogéneo. Sara, Josefa y Francisco que coinciden en que "no hay miedo a la muerte, es algo asumido", y añaden que ser mayor, es, sencillamente "tener más experiencia de la vida".

Sara Rodríguez (83 años): "No tengo miedo porque creo en Dios"
Es soltera y vive sola: "De momento lo llevo muy bien. Fui profesora y estaba acostumbrada a andar sola. Ser mayor es tener más experiencia de la vida y acostumbrarte a las limitaciones que te van viniendo, y que no tienes más remedio que aceptarlas. Pero sigo haciendo cosas. Los jóvenes tal vez nos deberían escuchar un poco más. No tengo miedos porque pongo mucha confianza en Dios. 

Francisco Fernández (80 años): "Me fastidia que la ley no me deje trabajar"

Viudo, vive solo. "Creo que "el buey solo bien se lame". "No sé lo que es ser mayor, porque me siento estupendamente, y me fastidia que la ley me impida seguir yendo a mi despacho a trabajar. Yo ahora lo único que echo de menos es a mi mujer que se me fue en el 2007. Mi hijo quiso llevarme con él a Ma- drid pero me negué. Hay que ir poco y comernos a besos, porque de visitas todos somos buenísimos". 

Josefa García Núñez (88 años): "Me ha costado mucho dejar de vivir sola"

Hasta el año pasado vivía en su casa en Toledo. " Ahora vivo con mi hijo aquí. Me ha costado mucho venir. Hasta que la mente se acostumbra a que tienes que depender, en vez de organizar tus cosas, cuesta mucho. Ser mayor es tener experiencia de las cosas, y estar pensando a ver si metes la pata, porque la abuela igual mete la pata. La muerte es una cosa normal que tiene que pasar".  

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