ENTREVISTA

José Ramón Pagés: “La sociedad que creamos es propicia a la depresión"

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photo_camera José Ramón Pagés Lluyot.

La Asistencia Nacional de Ayuda al Enfermo de Depresión (Anaed) surge en 1994 por petición de un grupo de enfermos de depresión que se juntaron en busca de ayuda.

La Asistencia Nacional de Ayuda al Enfermo de Depresión (Anaed) surge en 1994 por petición de un grupo de enfermos de depresión que se juntaron en busca de ayuda. Con una estructura más consolidada y profesional, se convierte en una fundación en el año 2002, con base en Cádiz. Desde entonces, han ido creando centros asociados con psicólogos especialistas en la depresión. Con 58 centros repartidos por toda España, hace dos meses que llegaron a Ourense y a otros tres puntos de Galicia: Vigo, Pontevedra y A Coruña.

¿Qué les lleva a abrir la delegación ourensana?

La demanda. Había gente que nos estaba llamando al teléfono de Madrid solicitando nuestra ayuda. Durante muchos años, hemos tenido demanda y nos cansamos de decir que no podíamos ofrecer nuestra ayuda. A consecuencia de eso, empezamos a trabajar a través de videollamadas con psiquiatras y psicólogos. El 2015 es el año de nuestra expasión y por eso hemos llegado a Ourense.

Una asociación sin ánimo de lucro. ¿Cómo se financia?

Recibimos donaciones de gente que ha sufrido la depresión y subvenciones en las regiones en las que ya llevamos años. También negociamos con los psiquiatras y psicólogos para que las tarifas de las consultas sean bajas. En vez de costar 60 euros, cuestan 15. Además, el socio asistencial pone el resto, con una tarifa de 30 euros, con la que tiene derecho a talleres, conferencias, libros, etc. Lo más importante es que el paciente tiene que pagar, aunque sea un precio simbólico, porque si es gratis no se le da el valor que realmente tiene.

¿Cuál es el procedimiento?

Primero hay un proceso de selección, porque hay patologías que nosotros no sabemos o que no debemos atender porque requieren la asistencia de más personal y otro tipo de profesionales. Cuando se acepta el perfil del paciente, procedemos a su terapia, en el que atendemos la depresión y otras enfermedades paralelas o consecuentes, como el trastorno bipolar o la anorexia.

¿Qué perfil es el predominante?

Ninguno. La sociedad en general. Hay un dato curioso: en España, del total de personas depresivas, el 75% son mujeres, pero del total de suicidios el 78% son hombres. Las mujeres tienden a resolver su angustia con su entorno y los hombres optan no expresarlo y acaban suicidándose, incluso sin saber que tenían depresión y sin saber que tenía cura.

Entonces la enfermedad no es de por vida.

Normalmente tiene cura. Las que no se curan son depresiones endógenas que vienen acompañadas por otro tipo de enfermedades, pero sí se pueden controlar, como la diabetes o la falta de calcio. No desaparecen pero se puede vivir bien con ellas. El resto, se curan todas y nunca es tarde ponerle una solución, aunque lo mejor es pedir ayuda cuando empiezas a notar los síntomas.

¿Cómo se detecta el inicio de una depresión?

Hay mil síntomas. No tienes ganas de vivir, no tienes alegría, ni energía, sientes que la vida te da igual, cuando estás todo el día de mal humor, la ansiedad, la falta de sueño y un largo etcétera. El ser humano ha nacido para ser moderadamente feliz. Se trata de que tenga un cierto grado de felicidad constante, que viva bien. Cuando eso falla, esa persona no está bien.

¿A qué se debe el incremento de la depresión en jóvenes?

Ahora mismo, los psiquiatras infantiles están atendiendo a niños incluso de cinco años para arriba. Es más, se han detectado depresiones en bebés, transmitidas por sus madre. En jóvenes, la depresión es más difícil de detectar porque no se manifiesta en llanto, sino con mal humor.

¿Qué afecta a los jóvenes?

En principio el tipo de sociedad que estamos creando, protagonizado por la informática y las nuevas tecnologías. Cuando el joven tiene 15 años, ha pasado toda su vida pegado a un monitor. Por otro lado, los chavales no tienen líderes y, además, abusan de las redes sociales y, tarde o temprano, se dan cuenta de que esos 10.000 amigos virtuales, en la realidad, no existe ninguno. En definitiva, que viven una realidad paralela.

¿Vivimos en una sociedad adversa para vivir sanos?

Exacto. Es una sociedad que está creando depresiones y lo va a seguir haciendo en el futuro. Y algo hay que hacer porque en realidad somos nosotros mismos los que tenemos el poder. Estudias una carrera, te obligan a saber tres idiomas, te empeñas para estudiar dos másteres y después acabas trabajando en algo que no está relacionado con tus estudios, que no te gusta, con un sueldo irrisorio, con una jornada laboral de diez horas y pendiente todo el día del correo electrónico. Y todo ello si tienes trabajo. Al final llega la desesperación y caes en una depresión.

¿Por qué ese rechazo generalizado a asumir la necesidad de ayuda?

Los europeos somos reacios a acudir a especialistas psiquiátricos y psicólogos porque asociamos un problema de la cabeza con estar loco o a la debilidad y a la gente no le gusta reconocer que es débil. En América, piensan que el que no tiene un psicólogo o un psiquiatra sí que está loco, como el que no tiene un pediatra, un dentista o no le pasas la revisión al coche.

La previsión de futuro no es alentadora.

Efectivamente. En 2020, el 25% de la sociedad estará depresiva, siendo la primera causa de discapacidad, según la Organización Mundial de la Salud. Esto obliga a la sociedad a tomar planes de urgencia. Es más, en la actualidad, el suicidio es la segunda causa de muerte en los jóvenes. Realmente escandaloso.

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