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De transportes y demás viajes

La administración debería dar lo que exige, pero no siempre lo hace. Tiene problemas para hacer sus presupuestos, limpiar la maleza, adecentar el espacio. No tiene problemas para cobrar los impuestos.

Las cartas perdidas de unos ilusos

La mayoría, cuando niños, sospechábamos que las cartas a los Reyes Magos quedaban en terreno de nadie porque lo que había como regalo el 6 de enero o era menos o diferente a lo que con detalle habíamos explicado en la misiva. Ya podía ser muy eficaz Correos para llevar a sus majestades un texto en cuyo sobre la única referencia de destino era Oriente. Las pasadas navidades una carta tardó cuatro meses en hacer el trayecto de Ribadavia a Sevilla, decía La Región. Dos amigos se cruzaron felicitaciones mediante envío postal y la tarjetita quedó no se sabe dónde. La literatura, la música y el cine han bebido de la caudalosa fuente de los envíos de Correos. Sus historias han nutrido bellas e inolvidables creaciones. El caso de la carta tardona a lo único que nos anima es a poner en solfa un despiste mayúsculo y pensar que durante este tiempo estuvo allí donde quedaron nuestras cartas a los Reyes Magos nunca respondidas. En la ilusión.


Lo que esperamos y esperan de nosotros

La relación con la Administración es siempre desigual. Le deberíamos exigir lo mismo que ella nos requiere. Ella nos apremia en ocasiones, pero muy pocas veces podemos exigir que nos resarza de sus abusos o sencillamente de sus múltiples desconsideraciones. Esta semana este periódico contó que 150.000 ourensanos viven en concellos que llevan años sin presupuestos. Y sus administrados esperan pacientes un gesto de cordura para que su alcalde y el resto de la corporación tengan a bien ponerse a la tarea. En el empeño pasan años, pero no ocurre nada. No se han descrito casos en los que un ciudadano no pague sus impuestos y su concello le diga "tranquilo, no hay prisa". Esos concellos también tienen dificultades para hacer cumplir las ordenanzas que exigen limpiar maleza antes de que llegue el verano y todo sea una pira funeraria. Una señora de 87 años tiene alguna parcela en San Cibrao pero vive fuera. Es pensionista con escasas rentas y desde la distancia apenas puede gestionar las leiras. Este caso lo podemos multiplicar por docenas en la provincia. Arde porque no se limpia, arde porque el monte está abandonado. Todos los años se dilapidan millones de euros en apagar el fuego que nosotros mismos plantamos, es el bucle de nuestro destino. Los concellos no consiguen aprobar sus presupuestos incumpliendo con ello una de sus múltiples obligaciones, pero exigen a los demás que estén al día en el abono de los tributos. Exigen a los ciudadanos que limpien sus terrenos y miles de hectáreas de suelo público que en la vida han sido aseados, están esperando una cerilla. Luego arderá y de nuevo pagaremos con dinero público su extinción. Así el administrado pagará para pagar la limpieza de la finca, pagará una multa cuando no lo hace y pagará con sus impuestos el dinero para sofocar los incendios. Las rondas de esta barra siempre las pagan los mismos. 


Los encantos del viaje en autobús

Apenas uno de cada diez ourensanos usa a diario el transporte público. Dicen que cuanto más pequeña es una ciudad menos se usa el bus porque se llega pronto a cualquier lado. De todos modos, aún mola dejar el Ibiza en doble fila mientras te bajas una caña en la barra del bar. No digamos bajar como un machiño por la avenida de la Habana para que se sepa que los caballos del coche también los puede domesticar un burro al volante. El 62% de los que vivimos en la provincia vamos en el buga a currar, cuando la tendencia gira en toda Europa. Se habló y mucho de transporte público estos días, por el convenio colectivo de los trabajadores y por el plan que pone en marcha la Xunta para ordenar el sector en la provincia y no dejar a la aldea sin coche de línea. Tiene difícil arreglo todo esto. Complicado que usemos más el transporte público, menos el coche privado, imposible que la reordenación del transporte rural impida su desertización. Todo gira a gran velocidad y las soluciones se hacen viejas antes de nacer. Como sostiene un amigo, estamos perdiendo muchos encantos, sobre todo el de rozarse, sobar y que te soben, intercambiar sudores, probar nuevas posturas, entradas y salidas. Se refería a viajar en autobús. A qué otra cosa se podría referir. 

La ley seca se impone durante estos meses

La tierra empieza a tener sed y pueblos de Petín, A Rúa, Vilamartín y Trives ya padecen falta de agua. Estamos en un verano en el que nos aplicaremos nuestra particular ley seca. Llueve cada año menos, dicen los registros. Las precipitaciones serán menos frecuentes pero más intensas, sostienen los expertos. En la abundancia de agua solo el tonto tiene sed, decía Bob Marley. Ya no. 

Claro que hay ciertas oportunidades

El empleo tecnológico es aún testimonial en Ourense, pero ha pisado el acelerador. En la ciudad hay talento y centros que ponen a los graduados en la vanguardia. Ya no el futuro, el presente es ese. Las empresas hacen cola en el campus para pillar un titulado en Informática. Ojalá a la vuelta de la esquina pase lo mismo con Ingeniería Aeronáutica. Algunas oportunidades hay. Pocas, pero las hay. Son, sobre todo, realidades tangibles hoy. Pero también podemos seguir hablando del AVE y el termalismo.

Es inexplicable, pero es muy cierto

El titular de portada ayer es de los de zasca: Los casos de suicidio siguen en aumento en la provincia: 35 en el 2016. Y el subtítulo no lo alivia: la unidad creada en el Complexo Hospitalario en el 2009 ha atendido ya a 1.100 personas. Aún existe cierto cinismo social, a obviar esta realidad, a no querer ver informaciones sobre el caso en los periódicos. No solo en Ourense, sino en todo el mundo. En días pasados Unicef alertó de la alta tasa de suicidio infantil en países desarrollados, no en el tercer mundo, agobiados por otros problemas. Todo esto es muy complejo, muy raro, muy duro. 

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