CRÓNICA

La vida de los ourensanos en Venezuela: algo "insostenible"

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photo_camera Colas para comprar en la avenida de las Fuerzas Armadas, una de las calles comerciales de Caracas, ayer.

La impotencia de no poder comprar productos básicos, las incertidumbres económicas y la inseguridad están obligando a los ourensanos a plantearse su continuidad en Venezuela.

Sus padres y, en ocasiones, abuelos, emprendieron aquel viaje con la mirada siempre puesta en un hipotético regreso pero jamás pensaron que sería en estas condiciones. Venezuela se está quedando sin ourensanos. La práctica totalidad de las comarcas despidieron hace tiempo a muchos de sus vecinos, siendo Celanova, Ramirás y O Carballiño los que más emigrantes enviaron en su momento. Hoy son los que más los reciben de vuelta.

De los 40.226 gallegos registrados en el país caribeño, 12.458 son de la provincia, mil menos que hace solo un año. En cuanto al global de  españoles, la cifra se redujo de 298.000 a 134.000 en los últimos tres años. 

 Son muchos los ourensanos que en los últimos tres años han hecho las maletas para cruzar de nuevo el océano, escapando de las penurias provocadas por las decisiones de los que mandan sobre la economía diaria. Pero son también muchos los que todavía tratan de mantener el tipo dentro del país con el pensamiento de escapar cada vez más presente. 

Es el caso de Ricardo Montes, que acaba de regresar a Caracas después de casi dos meses en la Celanova natal de sus padres. La sensación de la vuelta es "muy rara" porque la alegría de volver a casa se contrapone con encontrar todo "mucho peor de lo que lo dejaste". 

El recibimiento en el aeropuerto ya le dio una pista del contexto general del país con todo sucio, descuidado y un permanente y latente miedo por tu seguridad. Pero, lo peor, es ir al supermercado y "darte cuenta de que lo que ganas no alcanza ni para la compra de los comestibles básicos". 

La última idea del gobierno venezolano ha sido la de eliminar cinco ceros al valor del dinero. Según explica el secretario de la Hermandad Gallega de Caracas, José Antonio Alejandro, recién aterrizado de Venezuela, estas medidas "van a provocar una ola de desempleo" porque suponen una gran incertidumbre sobre el precio de las cosas e implican multiplicar los salarios por 36. 


INCERTIDUMBRE


"No sabemos de dónde va a salir el dinero para pagar todo esto" y, añade, "la gente no sabe a cómo va a amanecer la comida al día siguiente",  mientras Manuel Ángel González asiente. Él abrió hace un año un bar que es punto de encuentro de muchos de los que retornan. Con ellos coincide Ricardo Montes al relatar cómo "la mayoría de negocios no han abierto" desde que se anunciaron los cambios "porque los efectos sobre la pequeña y mediana empresa son devastadores". En términos de macroeconomía es fácil que los no expertos nos liemos, pero al final, se traducen en que "el precio de los productos puede cambiar tres veces a lo largo del día". Lo explica Daysi Ramírez, responsable de la asociación Canta Claro, que recibe y apoya a todos los que van llegando a Celanova. 

Así, los ourensanos residentes en Venezuela consideran que Nicolás Maduro está preparándoles el terreno para que se vayan puesto que la vida cotidiana se ha vuelto "insostenible", una palabra en la que todos coinciden. Pero la marcha nunca es fácil, menos aun cuando tienen propiedades allí que, o bien abandonan, o tratan de malvender como medida desesperada. Hay viviendas por las que hubiesen conseguido 250.000 dólares hace una década y por las que hoy sólo les ofrecen 45.000. Dependiendo de la situación económica de cada uno, "no les queda más remedio que aceptar". Tal como lamenta Daysi Ramírez, a todo el drama hay que sumar aquellos que "se están aprovechando de la situación". 

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