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Vivir en el corazón de la UE

Viven el día a día de las instituciones desde su capital, desde dentro, en el ambiente más multicultural del mundo. "Es más fácil encontrar un expatriado que un belga", dicen dos jóvenes ourensanas en el epicentro de Europa

Más de 10.000 personas ayudan a latir el corazón de la Unión Europea desde Bruselas, trabajando para alguna e sus instituciones. Entre ellas, dos ourensanas que nacieron ya con el espíritu de la UE integrado. Son Lara Gómez Fernández, 29 años,  y Tamara Gómez-Sánchez Otero, 26. Una  lleva tres años y medio y la otra llegó este año.

Choca el caos que se vive en el entorno del Parlamento. Coches, "ubers", taxis y policías se entremezclan con tranvías, bicicletas, peatTamara Gómez-Sánchezones... En la capital de Europa no predomina la urbanidad que se presupone; muchos lo achacan a la mezcla de estilos, pero rápido hay quien pone el foco en los locales: "Aquí hay un concepto a la hora de conducir: las "belgadas".

Quedar con ellas es casi imposible. A Tamara, que trabaja en una organización que asesora en políticas de servicios sociales al Comité Económico y Social Europeo, la pillamos al acabar una de esas jornadas interminables. Es jueves, sus compañeros y ella se concentran en la plaza de Luxemburgo, a las puertas del mismísimo Parlamento, para desestresarse entre pintas, como todos los trabajadores de la zona. "Los jueves son el día fuerte", explica entre el rebumbio provocado por la música de la plaza. La fiesta hace las veces de networking: "Casi no hay belgas y la gente es de todos lados y abierta a hablar con cualquiera". 

Tamara está en un sitio ideal para quien estudió Traducción e hizo un máster de la UE en Berlín, Niza y Roma. "¡Dónde acabar si no!", bromea. ¿Idiomas? Inglés, francés y árabe. Hasta hace poco estuvo de cooperante en Bulgaria. 

"El día a día se basa en hablar con gente de las instituciones europeas para influir en políticas de servicios sociales ", explica la joven, que estudió en Carmelitas. Habla de una "burbuja  europea". "Si trabajas en las instituciones, no sales de ese ambiente. En mi trabajo hay gente de todas partes, diría que aquí todos saben dos o tres idiomas". No se queja de la vivienda –"es más cara en Madrid"–, pero sí que echa en falta un elemento, la lavadora –"no les gusta tenerla en casa, no sé por qué"–.

Lara GómezLara llegó en 2015, se adapta bien. Estudió en la Antonio de Nebrija de Madrid, antes en Maristas, en Ourense. "Fui con una beca para tres meses y llevo tres años y medio". Trabaja en uno de los grupos parlamentarios. "Los salarios son más altos, pero todo es más caro", dice sobre la calidad de vida. La multiculturalidad es predominante.  "Es más fácil conocer un expatriado que a un belga", bromea.  El invierno es duro, "por el tema de la luz, sobre todo", confiesa. Hasta las 09,00 no salen los primeros rayos y a las 16,00 horas ya está oscuro. Diversión, haberla hayla. "No hay costumbre de salir e ir a tomar algo, solo los jueves, que la plaza de Luxemburgo se llena de gente". 

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