650 años de la Casa de Monterrei

Hace 650 años nuestra Historia provincial inició un nuevo camino que marcaría, en buena medida, el devenir de la provincia: el autoproclamado rey don Enrique entregaba a Juan Rodríguez de Biedma cuatro lugares de la Baja Limia: Loveira, Entrimo, Arauxo y Abelenda.

Estamos al final del siglo XIII y el rey Sancho IV quiere afianzar la ley y el orden que su padre Alfonso X había intentado implantar en Galicia y más en la raya fronteriza con Portugal. Para ello envía como Merino Mayor de Galicia a Fernán Ruy de Biedma, experimentado caballero en la defensa de la frontera de Murcia. Su puesto de mando será Allariz.

Su heredero Ruy Páez, segundo señor de Biedma, recibiría en propiedad la tierra de Valdesalas y el castillo de Aguiar, ya en 1308, permuta solicitada por el propio Fernando IV, a cambio de otras tenencias y propiedades que disponía en Murcia.

La confianza regia va en aumento, y Ruy de Biedma además de ser nombrado mayordomo y Justicia Mayor de la casa real, y Adelantado Mayor de Galicia, acepta la gran responsabilidad de proteger y formar al infante don Felipe, como Ayo y tutor, cargo de máxima confianza en palacio.

Y entre Monterrei, cuya tenencia se le había confiado recientemente, y Allariz, vive el Infante sus primeras experiencias político-militares. Y el nuevo monarca, Alfonso XI, premia tanta entrega y servicio dándole en 1336 otra porción en el valle del Limia: la heredad de Portela.

Su actuación, como Adelantado Mayor, estuvo siempre acorde con los intereses de la Corona y de Galicia y, como no podía ser de otro modo, en la Junta de San Payo, que los nobles y caballeros gallegos tienen en 1339 para hacer frente a los continuos desmanes y desafueros que llevan a cabo malhechores y salteadores, el Adelantado propondrá en la Corte los acuerdos tomados.

Los Biedma cumplen satisfactoriamente las expectativas regias: defienden la frontera contra los asedios portugueses venciendo a don Pedro de Portugal, conde de Barcelos, acuden a la batalla del Salado, 1340, aportando cuatrocientos caballeros y vasallos de su casa.

Y echarán raíces en nuestra tierra: se casaron con damas gallegas de casas de renombre como doña Marina Páez de Sotomayor. Sus hijos también se asientan en nuestra tierra y ocupan importantes cargos: don Álvaro Pérez de Biedma será obispo de Mondoñedo y luego de Orense, donde fallece en 1350.

Mayor Fernández de Biedma casó en segundas nupcias con Juan Pérez de Noboa, señor de la casa fuerte de Sandianes, caballero emergente en la política gallega del momento. Y aquí querrán descansar para siempre, pues don Ruy Páez pide ser enterrado en Santa Clara de Allariz, a los pies de su señor el Infante. Aquí estaba el futuro de su casa.

Juan Rodríguez de Biedma, cuando en 1342 herede de su padre propiedades, tenencias y cargos, no dudará en seguir el camino de entrega, esfuerzo y lealtad prestado por su linaje durante varias generaciones en Castilla, Andalucía o Murcia, y ahora continuarlo, y superarlo incluso, en estas tierras del sur orensano.

En el reinado de Pedro I, su carácter impetuoso y exacerbado hacía temer incluso a los más próximos, y los Biedma no serán la excepción.

Tras haberle removido del cargo de copero real, desempeñado por su familia durante décadas, para entregarlo a un familiar de su amante doña María Padilla, su heredero Rodrigo Yáñez de Biedma criticó tal acción y abandonó el servicio real, pasándose al lado de su tío Alfonso Coronel, que servía al infante don Enrique, lo que acarreó el ajusticiamiento del joven Biedma y la pérdida del adelantamiento de Galicia para el padre. El futuro no podía ser más sombrío.

Tras años de tensión, alejado de las esferas de poder, Juan Rodríguez de Biedma ha de escabullirse de la presión que sobre él ejerce don Fernando de Castro, conde de Lemos y gran defensor de los intereses petristas en Galicia y, aunque mantiene las tenencias confiadas en Orense, al estallar la guerra civil castellana se pasa abiertamente al bando enriqueño.

En junio de 1366 Pedro I y sus auxiliares se reúnen en Monterrei para determinar la política a seguir una vez tomadas las principales ciudades por don Enrique, y Juan Rodríguez de Biedma defiende las fortalezas de Monterrei y Allariz contra el señor de Lemos. Es más, una vez abandonada Galicia por Pedro I, Juan de Biedma acude en defensa de su señor a Montiel.

Estamos en enero de 1368 y el rey Enrique agradece de manera fehaciente la entrega personal e incondicional de su vasallo, dándole escritura de propiedad, por juro de heredad, de nuevas tierras en el valle del Limia, las ya citadas Loveira, Entrimo, Arauxo y Abelenda.

Y esto solo será una primera muestra de gratitud por su lealtad, pues en fechas posteriores llegarían las donaciones más numerosas para su fiel servidor en los valles del Támega y Arnoya.

Estas primeras mercedes enriqueñas dadas en Galicia a los señores de Biedma marcan el inicio de lo que, pasando dos generaciones, será la Casa de Monterrey y posteriormente su condado.

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