El corredor migratorio del Estrecho, ¿oportunidad o contratiempo?

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photo_camera Una bandada de moritos en el Parque Natural del Estrecho. (GUILLÉN)

Las duras condiciones climatológicas del Estrecho de Gibraltar han supuesto históricamente un contratiempo para la migración, pero sus dimensiones -catorce kilómetros y medio en su punto más angosto- y su escasa profundidad lo convierten a la vez en una oportunidad.
 

Las duras condiciones climatológicas del Estrecho de Gibraltar han supuesto históricamente un contratiempo para la migración, pero sus dimensiones -catorce kilómetros y medio en su punto más angosto- y su escasa profundidad lo convierten a la vez en una oportunidad.

En este cruce de caminos terrestres y marinos que dibujan un puente entre África y Europa confluyen diversas rutas migratorias: las que van de norte a sur y viceversa y la que comunica el océano Atlántico con el mar Mediterráneo.

Por eso, este "embudo" es paso obligado para multitud de especies que a finales de verano buscan sus cuarteles de invernada y que al acabar el invierno regresan a sus lugares de cría, sobre todo aves planeadoras, pero también las que no lo son, cetáceos, mariposas, murciélagos, peces o invertebrados.

Entre las peculiaridades del espacio destaca su clima, condicionado por el relieve que canaliza e intensifica el viento o el intercambio de agua entre ambos mares con intensas e impredecibles corrientes de marea, y todo ello condiciona al mismo tiempo el viaje, explica a Efe el ornitólogo Salva Solís.

Por eso, cuando cae la noche en el entorno del Parque Natural del Estrecho, carrizales, cañaverales, bosques de ribera, alcornocales o pastizales se llenan de aves que buscan refugio a la espera de las condiciones oportunas para cruzar a la orilla africana.

Durante varias jornadas pueden verse impedidas para emprender el viaje y es entonces cuando precisan de mayor tranquilidad y de que el espacio en el que descansan o campean en busca de alimento les proporcione lo que necesitan.

Jesús Pinilla, técnico de SEO/BirdLife, ha explicado que las aves deben poder realizar en las mejores condiciones un viaje "tan costoso en términos energéticos" como es el de la migración, y para ello el Estrecho posee "unos valores extraordinarios".

Sin embargo, aquí encuentran también cosas que "no sólo no necesitan, sino que sería preferible que no las encontrasen", como algunas infraestructuras que suponen "un peligro o molestias innecesarias en un proceso tan delicado", ha añadido.

Por eso, "blindar estos espacios es de suma importancia", señala Salva Solís, y los lugares de descanso y campeo para alimentación mientras las aves no pueden cruzar de un continente a otro "deben estar garantizados como acuartelamientos de salvaguarda".

Y la conservación de esta "tierra de nómadas" es la mejor garantía de continuidad espacial de Natura 2000, porque "no se entendería la protección de la red europea sin tener en cuenta todos y cada uno de sus espacios", ha explicado Jesús Pinilla.

"Una de las cuestiones más importantes de la Red Natura 2000 es precisamente el concepto de conectividad", ha asegurado, y los espacios que pertenecen a ella "tienen que tener conexiones claras que les otorgue continuidad".

Parque Natural, Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Red Natura marina, el espacio cuenta con medidas suficientes de protección, aunque los expertos reclaman una regulación más estricta de ciertos usos.

Así, la presencia humana en playas como la de Los Lances, "vitales" para el descanso y avituallamiento de muchas aves, supone una "molestia reiterada", denuncia Solís, y el uso de vehículos motorizados, que "se vende como turismo de naturaleza", afecta a áreas especialmente delicadas, señala.

Aunque, por pertenecer a la Red Natura 2000, el entorno del Estrecho no está blindado exclusivamente a su conservación, recuerda, y los aprovechamientos tradicionales de los recursos de este paisaje le dan "cierto valor añadido".

"No podemos olvidar que este espacio forma parte de Natura 2000 y para ello tuvo mucho que ver una acción humana amigable con el entorno", ha destacado.

Salva lamenta que durante años el Estrecho se haya estudiado sólo en la orilla europea y que la norteafricana no aparezca en algunos mapas; "aquí nada termina ni empieza, lo que es el final de un continente es el principio del otro y por eso el Estrecho se debe entender como un conjunto".

"De qué sirve hacer un esfuerzo tremendo en mimar la Red Natura europea si en África no hay implicación", ha insistido Solís, quien ha animado a las administraciones marroquíes y españolas a "darse la mano" en la conservación de este "patrimonio compartido".

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