con los protagonistas de la historia

Fidel Ramos, especialista en parar golpes

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photo_camera Fidel Ramos saluda a Alfonso S. Palomares después de la firma de cooperación de Efe. con la Agencia Filipina.

Desprendía un inconfundible aura militar, uno de esos militares con nervios de acero, que formó su imaginación tendiendo trampas mortales

Pepe Rodríguez, delegado de la Agencia Efe en Filipinas, tiene la llave maestra para abrir las puertas más exclusivas del país. ¿Quieres ver a un ministro?, Pepe te facilitará el encuentro. ¿Quieres charlar con un poeta postromántico? Pepe te llevará al desvencijado café donde tiene su tertulia. Y así con todos los oficios. En mi caso pretendía charlar con el presidente Fidel Ramos, antiguo ministro de defensa en el gobierno de Corazón Aquino y jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas. Muy fácil, Pepe me montó varios encuentros con él y, en el protocolo presidencial casi pasé a ser clasificado en el apartado de amigos del presidente. Como delegado en Filipinas quería hacer de Manila el epicentro de la actividad informativa de la Agencia EFE. Habló con el director de la modesta agencia Filipina de noticias para que distribuyera nuestro servicio de noticias por el Sudoeste de Asia y lo logró, lo consiguió argumentando que nosotros también acogeríamos en el servicio de EFE las noticias importantes de la Agencia Filipinas. Al presidente le convenció, en parte era cierto, que con el apoyo de EFE, Filipinas tendría una mayor presencia mediática en el mundo. Más, tarde, no lo voy a contar ahora aquí, convertimos Manila en el centro editor de la versión inglesa de la Agencia. Con cuarenta y cinco periodistas ocupados en ese menester.

El primer encuentro con el presidente Ramos fue muy cordial, me pareció más delgado de lo que aparecía en las fotos. A pesar de que siempre le vi vestido de civil, desprendía una inconfundible aura militar, uno de esos militares con nervios de acero, que formó su imaginación tendiendo trampas mortales al enemigo. Lo había ensayado en su juventud como segundo teniente destinado en la guerra de Corea. Una guerra que se ha convertido en mítica para los jóvenes que combatieron en ella. Fue la guerra del mundo, después de la gran guerra. 

“Estados Unidos aún no se ha repuesto de aquella derrota, la lleva como un peso histórico. Hubo muchos muertos, los que nos libramos, incluso la vemos, en ocasiones, como una aventura romántica. Durante un tiempo me sirvió como conversación con los viejos compañeros, ahora ya no. Después de la guerra de Corea, vino la del Vietnam. Una guerra terrible. Cuando el Vietcong trasladó la guerra al Sur comprendí que era imposible ganarla. “Yo entonces  era el jefe del Estado Mayor del ejército filipino en la guerra de Vietnam”.

- ¿Combatió usted en las dos guerras míticas  que tuvieron lugar al principio de la segunda mitad del siglo XX?

- Uno es fruto de las casualidades en que vive. Esas guerras configuraron parte del mundo, especialmente de nuestro mundo. Y fueron un duro golpe en la moral y en la autoestima de los Estados Unidos. Pero dejemos eso, son hechos que quedan muy atrás. Nuestros problemas ahora son muy diferentes. ¿Qué tal Felipe González?

- Bien, a pesar de que lleva muchos años en el poder y eso desgasta bastante.

- Pero le siguen votando y en España no hay mandatos cerrados como aquí en Filipinas, aquí tenemos seis años para ejercer el poder y después ya tienes que retirarte, no importa la edad que tengas, ni como hayas gestionado. Esa ley se hizo para evitar otros Marcos.  ¿Recuerdan a Franco?

- Recordar, recordar por supuesto, pero no hay nostalgia de Franco. Cuando más se le conoce más se le desprecia. Le decía que no hay nostalgia de Franco, bueno, siempre queda un grupo irreductible  que le sigue venerando en el Valle de los Caídos.

- ¿Es ahí donde está enterrado?

- Sí, es el mausoleo que se construyó para que la posteridad le recordara.

Cambiamos la conversación sobre Franco y evité empezar otra sobre Felipe González, yo quería saber más de él, de su actividad en los tiempos de Marcos y en los golpes de estado contra Cory Aquino.  

- A la vista de su historial ¿es usted el anti golpista con más experiencia del mundo?

- Digamos que tuve que practicar tan extraño oficio con cierta frecuencia.

Volví a ver al presidente Ramos un tiempo después, siempre de la mano de Pepe. Hacía poco que el Gobierno filipino y el grupo guerrillero musulmán Frente Moro de Liberación Nacional habían firmado en Yakarta, la capital de Indonesia un pacto de paz para poner fin a 24 años de guerra fratricida en Mindanao, al sur del interminable archipiélago de las 7 mil islas que conforman Filipinas. Dicho acuerdo firmado primero ante el presidente Sukarno por un delegado del gobierno filipino y el secretario general de la guerrilla. Fue ratificado poco después en Manila por el presidente Ramos y el jefe del Frente Moro de Liberación Nacional, señor Nur Misouri.

Hay algo que me gustaría preguntarle, pero no quisiera perturbar la buena armonía creada entre nosotros, y al fin y al cabo, no se trata de una entrevista sino del encuentro que no se va a publicar en ninguna parte. La pregunta que le terminé haciendo con la máxima suavidad posible, fue ¿cómo un general demócrata como usted había aceptado ser ministro de Defensa con un dictador como Marcos? No se le cambio el color al oírme. Ni se le dibujo el menor gesto en el rostro.

- Las cosas no son tan fáciles ni tan simples. La vida te va poniendo en unas situaciones y de repente no puedes romper con ellas a la primera puesta de sol. No era fácil romper con Marcos, porque Marcos entró por un proceso democrático y se fue deslizando hacia la dictadura. Además no puedes romper sin lograr cambiar las cosas con esa ruptura. Yo me revelé en el momento oportuno. Fue en las elecciones de 1986 cuando vi la oportunidad de hacerlo. Marcos se había proclamado vencedor cuando el fraude electoral había sido demasiado grosero, las calles se llenaron de protestas y una cierta violencia, yo me puso al frente de los rebeldes para restaurar la legalidad quebrantada. Al ver que yo y el general Ponce Enrile le hacíamos frente, Marcos comprobó que había perdido y se marchó al exilio. Fueron días dramáticos.  

La señora Corazón Aquino se instaló en el Palacio de Malacañang. No tuvo una legislatura fácil, y gracias a que contó con el apoyo del general Fidel Ramos como ministro del ejército y Jefe del Estado Mayor pudo terminar la legislatura. Le dieron seis golpes de estado para derrocarla, pero estoces aparecía el general Ramos que terminaba frenándolos. Su condición de demócrata quedó brillantemente convalidada en su lucha contra el golpismo. Como escribí antes, Fidel Ramos se convirtió en un consumado anti golpista.

Decidió presentarse a las elecciones presidenciales cuando concluyó el mandato de Aquino. Fundó el Partido del Poder del Pueblo y uniéndose con otros partidos afines puso en marcha la plataforma electoral Unión Nacional Cristiano Demócrata. Ganó las elecciones con el 23´5 de los electores, obteniendo 5.300 millones votos, seguido de Miriam Santiago que obtuvo 4. 300 millones de sufragios. Un millón de votos de diferencia. Una vez en la presidencia se reveló como un hábil negociador. El parlamento era un mosaico de pequeños partidos, para facilitar la gobernabilidad formó una amplia plataforma llamada “arco iris” y con ella posibilitó la gobernanza. En política exterior sin perder los lazos con Occidente  abrió relaciones profundas con los países de la zona, especialmente con los de la Asean (Asociación de países del Sudeste Asiático). 

En 1994 cumplió uno de sus sueños, hacer una visita de Estado a España. Un día me invitó a desayunar en el Palacio del Pardo, la residencia de los jefes de Estado extranjeros en visita oficial, traía unas ideas muy claras para hablar con Felipe González y con el Rey, aparte de una serie de protocolos comerciales. Trataba de que España fuera el país a través del cual a Filipinas se le abrieran las puertas de Europa y al revés, Filipinas le serviría de trampolín a España para introducirse en el sudeste asiático.

Un equipo de televisión de Efe se desplazó al Pardo para filmarle y hacerle una entrevista larga. Una de las fotografías corresponde a ese momento. Yo me quedé viendo la filmación sentado en primera línea. Al oír a Ramos me convencí que de que tenía una enorme capacidad dialítica. Creo que fue una visita muy interesante para los dos países según me comentó Felipe González un tiempo después. 

A Fidel Ramos no le dieron ningún golpe de Estado.

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