PAPELES DEL ROCK

Fue tu obsesión permanente...

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photo_camera Bajo el nombre de "Leño", estos tres jóvenes marcaron para siempre el panorama del rock nacional.

Su sencillez, su simplicidad y su radical honestidad sembró una semilla que se multiplicó por miles en el corazón de cientos de rockeros

Nadie creyó que fuera posible. Incluso, una vez consumado el hecho, nadie pensó que aquella separación fuera definitiva. Nadie creímos que, a excepción de aquella histórica noche de la presentación del tributo a Leño 'Bajo la corteza' en la sala Caracol, no volveríamos nunca a ver a Rosendo, Tony y Ramiro encima de un escenario. Pero en estos días, hace 35 años que Leño se separaron y a pesar de todos los rumores que durante años alimentaron la posibilidad de un regreso, no fue así. Leño pusieron fin a su historia en octubre de 1983, y fue para siempre. 

Con toda seguridad por ello, ningún nombre en la historia del rock español ha atesorado un bagaje histórico de admiración, recuerdo y cariño tan grande como aquel trío de chavales de barrio, que no eran grandes músicos entendido en el sentido de instrumentistas virtuosos, sino que eran por encima de todo, músicos con un sentido del rock si se quiere muy básico, muy elemental, pero que tuvieron la inspiración, el talento, la fortuna y la capacidad, probablemente no buscada, no consciente, sino espontánea, de respirar, sentir, entender y saber plasmar en sus canciones y sobre todo en sus textos todo lo que era, tal y como se decía en una de sus canciones más recordadas, toda una manera de vivir. 

La manera de vivir y sobre todo, de vivir el rock tal y como se vivía en los barrios obreros de las grandes ciudades. Las reuniones de los colegas en la plaza tras ir a la bodega a pillar unos litros, pasar un canuto, y hablar de lo divino, de lo humno y de lo subhumano. Leño capturaron en su esencia esas cañas o vinos baratos de domingo al mediodía en el bar viejo, cutre y lleno de serrín en el suelo y grasa en la barra, pero cuyo jefe tira las cañas como nadie en el barrio y hace las patatas bravas o al ali-oli más sabrosas que probarás nunca en tu vida. Esas charlas entre amigos en los andenes del metro, esperando que llegue el último tren que te dejará más o menos cerca de tu casa después de un concierto del cual has tenido que escapar corriendo de los maderos, que dios sabe por qué, aparecieron a la salida repartiendo mamporros a todo aquel que salía de allí. 

La vida rockera, pero no del rock de grandes nombres con grupos bajando de interminables limusinas rodeados de flashes, guardaespaldas y managers con camisas hawaianas y gafas de sol de aspecto típico de traficante de cocaína de los 80 y de series como 'Corrupción en Miami'. No, la vida rockera, las maneras de vivir de los chavales que o bien se levantaban a las 5 de la mañana para ir a descargar camiones de fruta a Mercamadrid o a su puesto en la fábrica, o que se agolpaban en la cola de la oficina de desempleo, o que iban al colegio o al instituto con una mil veces regrabada cinta TDK en la que un colega les había grabado 'Leño en directo', 'Volumen Brutal' de Barón Rojo o 'Prepárate' de Obús para pasársela a otro colega a cambio de que le pasase el último ejemplar puesto a la venta del Popular 1 o de la Heavy Rock. 

Conscientemente o no, Leño fueron el grupo con el que más se identificaron miles y miles de chavales que no solo veían su vida reflejada en esas letras, sino que en el caso de muchos de ellos que se decidieron a coger una guitarra y a intentar llegar lejos en la música, Leño fue su espejo. Su sencillez, su simplicidad y su radical honestidad sembró una semilla que se multiplicó por miles en el corazón y en la vocación de cientos de rockeros de los cuales, muchos de ellos acabarían creando todo un estilo, una sonoridad, una actitud, una forma de comunicar que hoy conocemos como rock urbano o rock estatal. Barricada, Reincidentes, Boikot, Porretas, Platero y Tú, Extremoduro, Fé de Ratas, Rabia o Leize serían solamente algunos de los nombres que han sido y son historia viva de nuestra música que nunca habrían existido sin Leño. 

La historia del trío es sobradamente conocida; año 1978, debido a serias diferencias entre José Carlos Molina, el líder y fundador de Ñu y su guitarrista, Rosendo Mercado, éste decide no continuar en Ñu y con parte de ese material que había presentado para el grupo y según dice la leyenda, Molina rechazó argumentando que eran “un leño”, Rosendo recurrió al bajista Chiqui Mariscal y al batería de Coz en ese momento, Ramiro Penas. Esta primera formación de Leño es la que grabaría para el recopilatorio 'Viva El Rollo – Rock del Manzanares' en ese mismo año de 1978 su mítico “Aprendiendo A Escuchar”, que posteriormente no entraría en ningún otro disco de la banda. 

Bajo la etiqueta Chapa Discos y con produccion de Teddy Bautista– si, han leído bien todos ustedes, Teddy Bautista, el otrora todopoderoso presidente de la SGAE actualmente procesado- Leño grabaron su primer disco en 1979. Durante el transcurso de esta grabación, y como se refleja en la contraportada del disco, Chiqui dejó el grupo y entró en su lugar el bajista Tony Urbano, ex-compañero de Ramiro en los Coz de aquellos tiempos. Esta formación sería la que grabaría tambien el segundo álbum del grupo, 'Más Madera' en 1980, el mítico directo de la Sala Carolina del barrio de Tetuán de Madrid y el año siguiente en Londres su último trabajo, 'Corre, Corre', con producción de Carlos Narea. 

Justamente con ese disco, su éxito y su popularidad que eran ya muy grandes, crecieron infinitamente más y de abril a diciembre de 1982 estuvieron en gira por todo el estado español, y se dice -dato que nunca se ha confirmado- que en los primeros meses de 1983 estuvieron preparando canciones y grabando algunas demos para un siguiente disco que nunca se llegó a grabar. En el verano de 1983, cuando se decía que la separación del grupo estaba ya decidida, se les presenta la oportunidad de hacer dentro del espectáculo 'El Rock de una noche de verano' una extensa y económicamente potente gira, que por un lado, aplaza la inevitable ruptura, pero que en algunos conciertos muestra que la química personal y musical entre ellos ya no existe. Esa fue la impresión general que los medios de comunicación reflejaron en sus crónicas del concierto del 5 de julio de 1983 en el estadio del Rayo Vallecano. 

Una actuación en la “Festa del Treball” organizada por el PSUC en Barcelona y una legendaria prticipación en el programa de TVE 'Tocata', en la que el propio Rosendo, a preguntas de la presentadora Mercedes Resino dijo literalmente “todas las cosas igual que un día empiezan, un día tienen que acabar” marcaron el final de aquella maravillosa aventura que comenzó en las primeras semanas de 1978. Ramiro y Tony intentaron algún proyecto musical que apenas obtuvo repercusión y Rosendo, tras dos años de ostracismo musical provocado por los problemas contractuales que la separación de Leño suscitaron en cuanto a su facultad legal para poder grabar en otra compañía discográfica, reapareció como el continuador de esa forma de hacer música que Leño crearon y el resto... ya lo saben ustedes. 

Durante años y años se esperó que algún día Leño anunciaran su regreso. Pero fieles a sí mismos, coherentes con los motivos que les llevaron a concluir que el grupo ya no podía continuar, siempre se les reconocerá que tuvieron la honestidad de no dejarse seducir por los cantos de sirena de muchos de los promotores que les ofrecieron sustanciosas cantidades por una gira de regreso que hubiera sido una de las muchas giras del “todo por la pasta”. Y ese es con toda seguridad otro de los motivos, puede ser incluso que el fundamental del inmenso respeto con el que hoy se les recuerda.

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