CON LOS PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA

Guterres tiene como oficio cambiar el mundo

photo_camera Alfonso S. Palomares pasea con el primer ministro portugués Antonio Guterres por los jardines de Sáo Bento.

A pesar de todo, el ex primer ministro de Portugal quiere hacer de la ONU, una institución más ágil, eficiente y efectiva

La cita con el primer ministro portugués Antonio Guterres era a media mañana de un día de primavera. Lucía un sol suave que invitaba a pasear más que a charlar en un despacho, o eso debió pensar el primer ministro porque, “apenas después de sentarme”, me dijo: “Hace un día espléndido, que le parece si salimos a pasear por los jardines, llevo varios días encerrado.” Ante una propuesta tan agradable como inesperada, no podía negarme, ni plantear objeciones. Así que salimos a los jardines, bellos y refrescantes. Cuidadísimos. Empezó la conversación preguntándome de que parte de España era: “De Galicia, concretamente de un pequeño pueblo que se llama Calvos de Randín, en la provincia de Ourense, pegado a Portugal, en concreto al pueblo portugués de Tourem”. 

Me interrumpió para decirme:

-O sea que somos casi compatriotas.

-Casi. Por un kilómetro yo no soy portugués. Nací a un kilómetro exacto de Tourem.

-Me gusta mucho Galicia, he estado varias veces, incluso en los pequeños pueblos de la raya. Tenemos muchas cosas en común, son muy curiosas las tradiciones relacionadas con los muertos a uno y otro lado de la frontera. Una vez en Chaves se pasaron las tarde contándome singulares historias de difuntos. Creo que con la presencia de ambos países en el Mercado se favorecerá mucho la integración regional.

Habla despacio en un portugués melodioso. Desprende un intenso carisma, eso dijeron también los periódicos portugueses cuando ganó las elecciones. Habla un magnifico castellano, por eso no tuvimos que acudir a una mezcla de portugués y gallego. Sabía los nombres de todas las plantas del jardín, a pesar de ser ingeniero físico. Tiene fama de ser sumamente inteligente y no es gratuita. Estudió en el prestigioso Liceo de Camoens, donde se graduó ganando el premio Nacional de Liceos como el mejor estudiante del país. En esos días vivió sus primeros días de gloria, después vendrían muchos otros, pero también algunos sinsabores.

-¿Cómo recuerda la Revolución de los Claveles?

-Con una precisión absoluta. Fue como si de pronto se hiciera la luz. De repente en una noche pasamos de la represión a la libertad. De la dictadura a la democracia, aunque las transición a la democracia fue más compleja y fueron necesarios líderes como Mario Soares para que no se produjeran peligrosas desviaciones autoritarias. Los portugueses demostraron tener un gran sentido común.

Le conté que yo también había venido a Lisboa para ver como lucían los claveles adornando la boca de los fusiles. Los españoles veníamos con la esperanza de que nos pasara lo mismo.

-El mismo año del derrocamiento del salazarismo, yo me afilié al partido socialista portugués, me confiesa Guterres. Había una gran ilusión y una enorme esperanza de futuro. Estalló una gran dicha colectiva que se podía ver en todos los rostros, en los enormes abrazos que nos dábamos. Teníamos por delante una gran tarea, organizar la convivencia en libertad. 

 A lo largo del paseo me di cuenta de que desprendía una gran cordialidad de sus ojos y su voz. Trata de trasmitir sus tesis con emoción, es que el 25 de abril fue verdaderamente emocionante. El salazarismo para sostenerse alimentó una siniestra brutalidad a través de la PIDE, la terrible policía del regimen.

-¿Cómo son las relaciones con España?

-Buenas. Podría incluso calificarlas de muy buenas, pero tal vez un poco rituales. Teniendo en cuenta que somos los dos únicos países de la península ibérica podían ser mucho mejores. Se dice y en parte es cierto que somos dos países, que dormimos en la misma cama, pero estamos siempre de espaldas.

Hizo una carrera fulgurante, fue elegido presidente del partido en 1992  y tres años más tarde, en 1995 los socialistas ganaron las elecciones generales y Antonio Guterrez fue elegido primer ministro. Durante su primer mandato sopló sobre Portugal un aire de crecimiento, creció la economía y casi se eliminó el paro. Debido al aprovechamiento de las coyunturas favorables, en 1999 fue reelegido por mayoría absoluta. Me dijo que durante su mandato había visitado varias veces Galicia, algunas como ciudadano anónimo. Pero los vientos favorables no son constantes y aparecieron los rostros de la crisis, que coincidieron con las elecciones locales celebradas a finales del 2001 en las que los socialistas obtuvieron unos pésimos resultados. Como consecuencia, apelando a la responsabilidad Antonio Guterrez dimitió y terminó su mandato.

La residencia del primer ministro está en la parte de atrás del imponente edificio donde se ubica la Asamblea Nacional. Se trata de una coqueta residenciaque adorna en cierta manera la soberbia construcción neoclásica del que fuera convento de Sao Bento (San Benito). Se construyó en 1598 por monjes benedictinos que lo dedicaron  a hospital para enfermos de la peste. El primer ministro me lo explica despacio y pone especial énfasis en decir que era un conjunto religioso dedicado a curar a los apestados. Tras la disolución de las órdenes religiosas en Portugal, en 1834, el edificio pasó a Albergar el Parlamento Nacional, ahora denominado Asamblea Nacional. A lo largo de los años sufrió diversas trasformaciones, siempre para mejorarlo.

Al cabo de una hora pusimos fin a nuestro paseo, allí entre los árboles mantuvimos una conversación muy animada, sobre la problemática de Portugal, también de España, especialmente de Galicia y de Europa, al primer ministro la construcción de una nueva Europa le parece la aventura política más importante que se plantearon los europeos a lo largo de los siglos.  Antonio Guterres es un europeísta con vencido, después de esta charla puedo decir que es un hombre excepcional, rebosante de humanismo. Pasamos a su despacho y nos sentamos alrededor de una mesa redonda, yo saqué un bloc de notas para apuntar lo que me fuera diciendo, realmente no sabía porque quería tomar notas, ya que tendría que reconstruir de memoria la charla por el jardín. Me sería más fácil recordar las realizadas alrededor de una mesa.

-¿Cuáles fueron sus principales objetivos como primer ministro?

-Combatir la pobreza, el paro y las bolsas de exclusión. Y como base de todo tenemos que tener un horizonte la modernización para Portugal, apostando por las nuevas tecnologías.

En aquel tiempo no soñaba con ser secretario general de la ONU, el cargo más importante de la política mundial. No fue de repente,  en el 2005 fue nombrada Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados  “ACNUR”. Ahí le tocó responder y paliar los dolores de  las caravanas de los desventurados de la tierra, que huyen de las guerras, del hambre y la miseria. Millones de niños, hombres y mujeres que luchan por la supervivencia, la mayoría de las veces en circunstancias trágicas. Once años más tarde fue elegido Secretario General de la ONU, en un mundo que le reclama responder a cientos de problemas. Al principio pocos creían en su candidatura, pero a medida que le iban conociendo se fue afianzando. Había una corriente importante que defendía que era la hora de que una mujer ocupara la Secretaría General.  Antonio Guterres manifestó que quería darle un toque femenino a la organización, que hubiera paridad en los altos cargos. De entrada sus tres principales colaboradoras son mujeres. La nigeriana Amina Mohammed, es la vicesecretaria general; la brasileña María Luiza Ribeiro Viotti es la jefa de Gabinete y la coreana Kyung-wa  se ha hecho cargo de un puesto de nueva creación de asesora especial para asuntos políticos especiales.

Ante los ojos del Secretario General surgen cada día nuevos problemas, tanto que podíamos decir que ciertas partes del mundo se han convertido en un avispero irrespirable. Oriente Medio es el más visible y trágico, empezando por el eterno conflicto de Palestina e Israel donde los odios y los disparos no cesan y los asentamientos impulsados por Netanyahu convierten el problema en irresoluble. Y ahí sigue Siria, convertida en el matadero del mundo. Estados Unidos  ha revelado que había contabilizado cincuenta ataques con armas químicas por parte de las tropas de Bachar El Assad. En los ocho años que llevan de guerra ha habido el mayor desprecio a la letra y al espíritu de la carta de las Naciones Unidas. La crisis de Yemen acumula cada vez más muertos. Libia es una desventura, la han convertido en un Estado descuartizado. Eritrea, Sudán del Sur, Afganistán acumulan gente desfilando hacía el Mediterráneo huyendo hacia lo que creen un paraíso y es un cementerio.  Irán y Arabia Saudí disputándose la hegemonía de la zona. En América Latina surgen los exilios y las matanzas de Nicaragua y Venezuela, dos países guiados por líderes enloquecidos. Y para colmo nos encontramos con Trump en Estados Unidos y Putin en Rusia, desestabilizando el planeta en función de sus propios intereses.           

A pesar de todo, el ex primer ministro de Portugal quiere hacer de la ONU, una institución más ágil, eficiente y efectiva.

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