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La otra vida de las cenizas de los no católicos

Existe la posibilidad de enterrar las cenizas en una urna biodegradable, en un entorno natural y ahí plantar un árbol, o también dan la urna a los familiares para que la depositen en algún espacio natural

Cada vez son más los españoles que optan por la cremación, y muchos de ellos por despedirse de los suyos esparciendo sus cenizas o conservándolas en casa o en algún lugar significativo, algo que ha prohibido hoy la Iglesia católica, que sigue prefiriendo la sepultura tradicional de los cuerpos.

Las estadísticas lo dejan claro. El hecho de la incineración en nuestra tradición y cultura es relativamente nuevo porque en España se incinera desde los años 70, pero la tendencia ha ido creciendo hasta alcanzar en la actualidad al 36 % de las defunciones, según ha señalado a Josep Ventura, vocal de la asociación que representa al sector funerario (Panasef).

En diez años ha crecido veinte puntos, es decir la tendencia es al alza, y si lo comparamos con otros países de Europa se puede decir que podría llegar en unos años al 50 % o 60 % de las defunciones.

Muchos familiares continúan con la tradición de enterrar las cenizas en el cementerio y las funerarias les dan soluciones directas y algunas renovadas: actualmente dan la posibilidad de enterrar las cenizas en una urna biodegradable, en un entorno natural y ahí plantar un árbol, o también dan la urna a los familiares para que la depositen en algún espacio natural, sin dañar el medio ambiente.

Pero otros piensan en otros destinos para sus seres queridos y para materializarlo necesitan de los servicios de otras empresas.

Con las cenizas "se puede hacer lo que uno desee porque no son restos humanos", según Ventura, quien argumenta que no existe una ley general de servicios funerarios, en la que se regule precisamente qué se puede hacer con ellas.

Lo que sí existen son algunas normativas y ordenanzas municipales que prohíben el deposito de urnas e incluso el esparcimiento de las cenizas en determinados lugares y que contemplan sanciones económicas.

Sin una ley estatal, las posibilidades a día de hoy "son infinitas", y de ello se han hecho eco empresas como "Eternima", que nació hace dos años después de que un grupo de amigos conversará que es lo que podía hacer uno de ellos para mantener el recuerdo vivo y palpable de un ser querido que acaba de marcha, tal y como ha señalado a Efe su responsable, Matthew Dalmain Jones.

Descubrieron que habían pocas alternativas a la hora de recibir los restos incinerados (esparcir las cenizas o llevarlas a una propiedad privada), exploraron las posibilidades para recordar a los seres queridos y se pusieron manos a la obra para ofrecer alternativas.

Los productos más destacados de su cartera son los artículos de cristal -espirales, relojes de arena o arbolitos, hechos a mano en la República Checa-, en los que se introducen las cenizas del difunto.

Dispone también de diamantes, aunque la demanda de este producto debido a su precio es menor (unos 3.000 euros). Se obtienen a partir del carbono presente en las cenizas, que es tratado en laboratorio a alta temperatura y presión.

Ofrecen también cuadros con el propio retrato del difunto o alguna afición de éste. Las cenizas se impregnan en el lienzo sobre el que se pinta.

Pero éstas se pueden llegar a convertir en tatuajes. Los tatuadores las esterilizan y las mezclan con tinta para tatuar para que de esta manera los difuntos queden para siempre en la piel del familiar.

También pueden quedar impregnadas en discos de música. Una empresa en Inglaterra se dedica a integrar en discos vinilos las cenizas de quienes así lo deseen para seguir reproduciendo su recuerdo cuantas veces quieran.

Y más. Se pueden llegar a enviar al espacio. La empresa Elysium Space lanza al espacio las cenizas de un familiar, que orbitarán alrededor de la Tierra durante varios meses antes de que se quemen en la atmósfera "como una estrella fugaz", según los autores de la idea.

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