La tradición manda en el Carnaval del Norte y Centro de Portugal

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photo_camera Varios hombres disfrazados de "Caretos", figuras con máscaras diabólicas, participan en el carnaval de Lazarim en Lamego, Portugal. (PASSOS)

La sátira social y las costumbres de la época medieval son algunas de las armas que ciertas regiones utilizan para desmarcar su Carnaval y salvaguardar sus tradiciones

Mientras las grandes ciudades de Portugal celebran un Carnaval cada vez más cercano al brasileño, algunas regiones del norte y el centro del país oponen la tradición al imaginario de la samba.

La sátira social y las costumbres de la época medieval son algunas de las armas que ciertas regiones utilizan para desmarcar su Carnaval y salvaguardar sus tradiciones.

En algunos municipios la "portugalidad" del Carnaval es motivo de orgullo, como en Torres Vedras (centro), cuya celebración cuenta con el honor de ser "el Carnaval más portugués de Portugal".

Con costumbres de inicios del siglo XX, se diferencia debido a su apuesta constante por la historia y el pasado, dijo a Efe uno de los organizadores de la festividad, César Costa.

Uno de los principales elementos de este Carnaval es la sátira política y social, representada por las "Marafonas" -hombres disfrazados de mujeres que parodian la figura femenina a través de una óptica masculina- y por las típicas carrozas.

Las comitivas de carrozas recorren las calles de la ciudad decoradas con enormes caricaturas de figuras destacadas de la sociedad, como el futbolista Cristiano Ronaldo o el primer ministro, António Costa.

Según César Costa, este elemento satírico del Carnaval de Torres Vedras se remonta al periodo de la monarquía en Portugal -que finalizó en 1910- y desde entonces se mantiene, resistiendo incluso a la censura de la dictadura de Salazar (1926-1974).

Otra de las tradiciones del Carnaval portugués es la de los "Caretos", una presencia asidua en la aldea de Podence en Braganza, en el norte del país, muy cerca de la frontera española.

A semejanza de lo que ocurre en Torres Vedras, Podence presume de tener "el Carnaval más genuino de Portugal", en el que los "Caretos" -figuras con máscaras diabólicas- recorren las calles con sus cencerros.

Según el Grupo de Caretos de Podence, esta tradición tiene una "raíz profana y carnal" que se remonta a los mitos romanos, estuvo prohibida durante la dictadura y no se retomó hasta después del 25 de abril de 1974.

Los "Caretos" también forman parte del Carnaval de Lazarim, en el norteño Lamego, aunque no tienen el colorido que distingue a los de Podence y se diferencian por contar con una máscara esculpida en madera.

El orgullo de Lazarim por sus máscaras es tal que en enero pasado inauguró su 'Centro Interpretativo de la Máscara Ibérica' para salvaguardar este arte característico de muchos pueblos de Portugal y España.

El archipiélago de Madeira acoge uno de los mayores Carnavales del país, en el que la samba y las lentejuelas comparten protagonismo.

Arranca con la "Fiesta de los Compadres", en el municipio de Santana, un ritual de transición del inverno a la primavera basado en una guerra de sexos.

Allí se elaboran muñecos para después ser juzgados y quemados, lo que representa la regeneración del pueblo ante la llegada de la primavera.

En el otro archipiélago luso, el de Las Azores, las antiguas costumbres protagonizan también un Carnaval en el que, a los bailes tradicionales, se une una de las tradiciones más peculiares, la "Batalha das Limas".

Se celebra el martes de carnaval, cuando las calles del centro de Ponta Delgada, -la capital del archipiélago, en la isla de San Miguel-, se llenan de personas dispuestas a librar una intensa batalla de agua.

Los participantes se dividen en varios equipos, de entre 20 a 25 componentes, y pueden luchar en camiones, desde los que tiran sacos llenos de agua a sus adversarios.

Los festejos terminan mañana, día en el que en algunas regiones se hace el "Enterro do Entrudo", una especie de funeral del propio Carnaval, que se celebra por la noche con un muñeco de paja que acaba quemado en una gran hoguera.

La sátira también está presente en este funeral simbólico, en el que se lee el llamado "Testamento do Entrudo", un texto sobre la situación política y social del país.

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