Para qué sirven las cámaras espía

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No tenemos setenta ojos, sólo dos y son para toda la vida. O debería. Como sea, la vista es posiblemente el más valorado de los sentidos de nuestra pantalla sensorial. Para todos nosotros es verosímil aquello que vemos. “Si no lo veo no lo creo” o “ver para creer” son algunos de los muchos asertos populares que aluden a la importancia capital de la vista, acomodada en la cúspide de nuestra jerarquía de facultades.

Hay tres causas principales que explican por qué la vista es el sentido más importante. En primer lugar obedece a la estructura del cerebro ya que casi el 50% del cerebro se dedica al procesamiento visual. Otra explicación hace referencia a que vemos constantemente durante el día, y aunque parpadeemos nuestra mente rellena el hueco, de manera que experimentamos una imagen constante. Eso es diferente de saborear, por ejemplo, no estamos comiendo todo el día, ni tampoco oliendo. Hay una tercera explicación más social, y es que coordinamos el conjunto de experiencias a través de la vista. De este modo, se puede usar una palabra como "mira" en el sentido literal, pero también emplearse con sentidos diferentes.

Nadie duda de que la vista es el sentido que en mayor medida permite al hombre conocer el medio que le rodea, relacionarse con sus semejantes y obtener casi toda la información en la que basará su conducta, sus decisiones y acciones próximas. Las imágenes visuales le proporcionan a través del ojo datos como el color, la forma, la distancia, la posición y movimiento de objetos y personas, la secuencia de un hecho, una visión global y de contexto de gran valor. Es como un súper poder que en ocasiones limitamos adrede, poniéndonos una venda en los ojos por ejemplo, para dimensionar en su justa medida la adversidad que supondría estar privados de la visión.  

Cámaras espías: para donde no llega el ojo humano

¿Y con lo que no vemos, qué pasa? Que pasa a ser un factor de riesgo, entraña peligro. Así lo enseñan en las autoescuelas, donde una y otra vez se instruye a los alumnos que antes de efectuar una maniobra como el adelantamiento hay que extremar la precaución, comprobar que no hay otros vehículos aproximándose, atender de manera especial al ‘ángulo muerto’, ese punto que ni siquiera los espejos retrovisores nos muestran por completo. En nuestra vida diaria cualquiera de nosotros se enfrenta a múltiples situaciones repletas de ‘ángulos muertos’, información oculta sobre la que es preciso poner el foco para afrontar circunstancias potencialmente adversas. 

Es el caso del mayor de nuestros tesoros, los hijos, a los que necesitamos vigilar en nuestra ausencia ya sea por estar fuera de casa y tenerlos a cargo de otra persona (una niñera por ejemplo) o para saber que no les ocurre nada malo mientras permanecemos en otra dependencia de la casa. Otra situación, triste y sin embargo más común de lo que parece, puede darse en la pareja cuando se rompe el amor y surgen las infidelidades. Verlo con nuestros propios ojos atajará mentiras, acabará con el engaño concediéndonos otra oportunidad de cara al futuro. Estos dos últimos supuestos dan la medida de lo adecuadas y útiles que pueden ser las cámaras espía, el instrumento perfecto para no quedarnos a oscuras cuando más necesitamos que nos alumbren.

Cámara espía oculta, un buen negocio

Abundando en la gran utilidad de estos ojos artificiales, en nuestro país llama poderosamente la atención lo poco que los autónomos van al médico. Tienen un sistema inmunológico a prueba de bombas, forjado a base de interminables jornadas de trabajo que no terminan ni siquiera cuando disfrutan de la “tranquilidad” del hogar. El empresario ni se puede poner enfermo ni ausentarse de su trabajo. En ambos casos perderá dinero, así que para aspirar a la ubicuidad nada mejor que valerse de una cámara espía oculta con la que proteger su negocio de posibles robos por parte de sus empleados y/o clientes ¿Desconfianza? No, pragmatismo, y sobre todo seguridad en que nuestro negocio no tiene un sumidero por donde se escapan los beneficios que tanto esfuerzo y sacrificio nos cuestan.

Las cámaras espía son cámaras que a pesar de su reducido tamaño ofrecen la posibilidad de grabar cualquier tipo de situación de una manera encubierta. Existen cámaras espías ocultas instaladas en diversidad de objetos de uso común: llaveros y mandos a distancia de coches y garajes, en bolígrafos, en relojes de mesa, relojes de pared o en relojes de pulsera. También existen cámaras pequeñas para espiar de un tamaño de 3,5 cm que se pueden ocultar incluso en la palma de la mano. Las características de las cámaras ocultas varían según los precios y la calidad de imagen que ofrecen pero todas ellas graban video y audio y almacenan la información en una tarjeta de memoria micro SD que posteriormente se vuelca en el ordenador.

Hoy por hoy, y siempre dentro de la legislación vigente en materia de protección de datos, cada vez es más frecuente el uso de cámaras de vigilancia o cámaras espías como estas. Se persigue salvaguardar la seguridad tanto de los bienes como de las personas, incluso ya se utilizan dentro de una empresa para verificar el cumplimiento del trabajador de sus obligaciones y deberes laborales. No se trata de espiar por el placer de hacerlo, sólo si tiene un sentido lógico se justifica estar de alguna forma presente en un lugar por la legítima defensa de nuestros intereses, de nuestra familia.

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