La muerte de un hombre en O Bolo, investigada como homicidio

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photo_camera La vivienda del octogenario continúa precintada por la Guardia Civil. El precinto incluso afecta a la cuadra.

Recogieron muestras de ADN entre los familiares para esclarecer el posible homicidio, que se produjo el 16 de octubre

La Guardia Civil mantiene una investigación abierta para detener a los autores de la muerte del octogenario Manuel Arias Prado, de 86 años, en la aldea de Chao de Castro (O Bolo). El hombre vivía solo y una convecina lo halló muerto en la mañana del pasado día 16 octubre con fuertes golpes en la cabeza. El cadáver, según pudo saber este periódico, estaba reclinado en una silla, bajo que la que había abundante sangre, que también era visible a lo largo del piso de la vivienda.

Una patrulla acudió de inmediato al lugar, junto con las autoridades judiciales y el médico forense. Inicialmente, los efectivos aseguraron ese mismo día que la muerte había sido a causa de un accidente. Pero el resultado definitivo de la autopsia y el material recopilado en la vivienda durante un inspección ocular, confirmaron que el octogenario fue golpeado fuertemente con un objeto punzante.

La Guardia Civil precintó la vivienda ese mismo día, precinto que aún continúa en la actualidad para impedir el paso a curiosos, vecinos y familiares. El fallecido no tenía hijos, pero si varios sobrinos. Al mismo tiempo, el Juzgado de Instrucción de Trives decretó el secreto de sumario.

El crimen encendió la alarma en la Comandancia ourensana, que dio prioridad a la resolución del caso. Lo urgente era recabar huellas que permitieran identificar a los criminales y conocer el móvil por el que le quitaran la vida al octogenario, dado que aparentemente no tenía deudas ni enemigos y tampoco fue víctima de un robo.

Grupo de expertos

El paso de los días y la falta de respuestas en la investigación, provocó que se desplazaran a O Bolo un grupo de élite de la Guardia Civil en Madrid, experto en este tipo de casos, que en el último mes recopiló datos, además de los aportados por la autopsia y de los hallados en la inspección ocular en la vivienda, entre los convecinos del fallecido, entidades financieras en las que tenía cuentas corrientes y los sobrinos. A estos últimos, los agentes le tomaron muestras de saliva para conocer su ADN y compararlo con el que apareció en enseres recogidos en el interior de la vivienda del octogenario. También recopilaron todos los documentos que tenía el fallecido referente a propiedades, herencias y objetos de valor. Los investigadores, según pudo saber este periódico, acaban de concluir su trabajo y regresan a la capital de España sin arrojar luz sobre el crimen y la identificación de los autores.

El hallazgo del cadáver de Manuel Arias Prado creo conmoción entre los vecinos de la pequeña localidad, pero el dolor, con el paso de los días, se transformó en miedo y expectación al observar que la vivienda continúa precintada (el precinto incluso afecta a la cuadra) y que todos los días hay trasiego de coches de la Guardia Civil en el pueblo.

"Queremos conocer o que pasou. Si o mataron que busquen al que lo hizo, que no quede impune", comentó un vecino.

El cadáver del octogenario fue soterrado al día siguiente en el cementerio de la localidad con la afluencia de familiares y numerosos vecinos

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