La colaboración entre Concello y Cruz Roja permitió alojarlos en la antigua casa del maestro
La llegada de una nueva familia de refugiados, esta formada por cuatro miembros -dos adultos y dos menores-, elevó a 33 el número de personas acogidas por Cruz Roja Valdeorras, según los cálculos de su responsable, Maximino Alonso Alejandre. Llegaron a Vilamartín el pasado martes, procedentes de un país europeo que la ONG prefiere no desvelar para evitarles cualquier peligro.
Fueron alojados en la antigua vivienda del maestro de Vilamartín, un piso que fue reformado por el Concello que dirige Enrique Álvarez Barreiro y amueblado por Cruz Roja. Otros concellos que colaboran en el programa de atención a personas solicitantes de protección internacional, que promueve el Ministerio de Empleo e Seguridade Social, son Carballeda y O Barco, en este caso, en una vivienda cedida por el Obispado de Astorga.
En total, son 24 las plazas disponibles por la entidad benéfica, pues tres familias ya se incorporaron a la segunda fase del programa, a las que se sumará alguna más en las próximas semanas. Con una duración de seis meses, en la primera etapa, Cruz Roja cubre todos los gastos de los refugiados. Ya en la segunda, aunque la ONG continúa con su ayuda, ellos ya deben alquilar un piso y buscar trabajo.
Maximino Alonso comentó que ya son cuatro los llegados que tienen trabajo. El responsable de Cruz Roja Valdeorras explicó que los cursos de formación y las prácticas que promueve la entidad les facilita la consecución del ansiado empleo, fundamentalmente en el sector servicios.
Maximino Alonso subrayó la buena acogida de los valdeorreses a los refugiados. "Se integran perfectamente", dijo. En el caso de los inmigrantes que hablan castellano, compartir la lengua facilita su incorporación a la sociedad de Valdeorras. En los casos restantes, la labor de intérprete de algunos voluntarios también ayuda a su integración.
Cruz Roja centró en Valdeorras la acogida de refugiados de la provincia y anunció nuevas llegadas para los próximos meses. Cuantificó en 16.000 los solicitantes de asilo y refugiados que atendió en sus diferentes programas a lo largo de 2016, en España. Fuera, trabaja en los campos de Skaramagas y Ritsona (Grecia) prestando atención primaria y apoyo psicosocial.
