VERANO

Las charangas ganan terreno a las grandes formaciones

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photo_camera Fotografía de la Txaranga Támega, durante uno de sus espectáculos.

Ya no queda localidad que no cuente, para las cada vez menos celebraciones populares, con la música de una agrupación que ha incorporado mucha luz y sonido a sus espectáculos.

Que los tiempos están cambiando que es una barbaridad, lo sabe usted y todos nosotros. No hay aspecto de la cotidiana y ajetreada vida que nos está tocando vivir que no ofrezca los suficientes datos que lo constaten. Hoy, por las propias exigencias del calendario -y cierta querencia por los instrumentos de aire y metal-, no se nos ha ocurrido otro argumento más válido para acompañarles al desayuno que una breve radiografía del escenario verbenero provincial. 

Llenar las plazas como lo hicieron las últimas contrataciones en Xinzo de Limia, para desgracia de los productores de espectáculos, orquestas de renombre y demás beneficiados por el ingente negocio que a su alrededor se monta, solo se consigue en contadas ocasiones. La mayoría de las fiestas han devenido en la simple, aunque no menos atractiva, contratación de una charanga, que han llegado ya a tal nivel de exigencia profesional que cualquier de ellas que no cuente con un ligero equipo de luces y un par de carros de percusión de tracción animal pasa directamente a la segunda de las divisiones del ránking. 

Basta que se dé un pequeño garbeo por la festividad más próxima a su domicilio -no tendrá mucha dificultad en lograr el objetivo- y comprobará como resulta incluso más fácil comenzar a mover la cadera al ritmo de una charanga que al de una orquesta convencional, que han también avanzado lo suyo en su ánimo de ofrecer espectáculo que en alguna que otra ocasión dista bastante del exigido por las siete clásicas notas. 

Lo cierto, y así lo reconoce José Antonio Alvar, cantante y uno de los padres de la legendaria Ledicia, metido a corredor de espectáculos desde hace más de treinta años, "no es que las charangas le estén ganando la partida a las grandes orquestas, es que lo que está ocurriendo es que las celebraciones populares están perdiendo el tirón de antaño, por múltiples factores, entre ellos, el fundamental, la crisis económica", expone Alvar. 
Aunque no está siendo la única razón. Las diferentes administraciones "piden hasta la documentación y la itv de los vehículos que acceden al campo de la fiesta, homologaciones varias, seguro de responsabilidad civil, etc. Con una charanga, las exigencias son mucho menores y se complica la existencia de la comisión también menos", dice. 

HACIENDA QUIERE PARTE

El propio representante de espectáculos tiene claro que el ojo avizor de todos nosotros -recuerde aquel eslogan de "Hacienda somos todos"- también tiene parte de responsabilidad: "Los miembros de la comisión no quieren verse implicados en ese tipo de transacciones, por si pueden tener algún tipo de responsabilidad fiscal. Además, teníamos también la esperanza de que este tipo de eventos estuviesen grabados con el tipo de I.V.A. cultural, y no con el 21 por ciento como lo está todavía".

¿Y QUÉ DICE UN MÚSICO?

Roberto González es el director musical de una de las charangas de la provincia que más apretado tiene el calendario en los meses de verano, Fuego. Celebra, como no podría ser de otra forma, el drástico giro que está sufriendo el panorama festivo en las diferentes localidades de la provincia: "Con independencia de que nuestros precios son otros, también somos mucho más versátiles que una orquesta convencional. Animamos el festejo desde primera hora con el pasacalles, pasando por la celebración eucarística para concluir con la sesión vermú y la vespertina. Además, y creo que eso lo agradece mucho nuestro público, ahora cuesta mucho escuchar un bolero o un pasodoble en una orquesta, y nuestro repertorio, aunque actualizado, sigue conteniendo muchos de esos clásicos", concluye.n
 

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