VERANO

La fiesta está a punto de empezar

Nos aproximamos al abismo de unas fiestas en Ourense y me alegro, porque llevamos aquí este verano una vida casi monacal, abstemia y sufrida

Me cuentan mis informadores que nos aproximamos al abismo de unas fiestas en Ourense y me alegro, porque llevamos aquí este verano una vida casi monacal, abstemia y sufrida, carente de todo festejo, encerrados a la luz de la lumbre de las chimeneas, bajo las nieves del invierno. Tanto, que cualquiera diría que transitamos tiempos cuaresmales en vez de estivales. Las fiestas dinamizan el alma, socializan el corazón, y ensanchan el estómago. Al pueblo cristiano se le conoce por sus fiestas. Así que pongámonos en pie, llevémonos la mano al pecho, y demos un gran aplauso de bienvenida a la juerga. 

LOS ROMEROS
Así como los festivales gozan de una fauna particular, la de los festivaleros, las fiestas de verano están llenas de romeros, o fiesteros, o como se llamen los tipos que van a todas partes con al neverita azul, el gorro de paja, y la mesa plegable modelo años 90. Un romero, para serlo de verdad, debe exhibir una barriga prominente e imponente y, si tiene clase, debe ocultarla solo parcialmente dentro de una camiseta que le permita enseñar al mundo el ombligo, de tales dimensiones que pueda plantarse en su interior la base de un cirio. El romero es envidiado por su paciencia y por la brevedad de sus problemas: dónde poner las piquetas, conseguir la mejor sombra, evitar las picaduras de mosquitos. Los romeros cantan bien, comen mejor, y se pasan las horas centrales de la fiesta roncando al sol, lo que hace de su piel una inconfundible nebulosa de rosas y erupciones rojas.

VINO MALO
Ourense es una excepción en esto. La mayor parte de las grandes comilonas están regadas con vino cutre, sin embargo, en esta tierra el vino está casi siempre muy rico. Y mejor, porque así a nadie se le ocurre transformar la juerga en una de esas fiestas vikingas en la que un montón de tipos semidesnudos se arrojan vino por la cabeza y se lanzan paquetes de harina, tomates, y huevos. No tengo nada contra quién disfruta en la gran pocilga estival pero, como amante y defensor de la tradición, estoy en condiciones de avergonzarme de algunas de nuestras tradiciones. Con todo, lo que es imperdonable es ese vino peleón y caliente que se dispensa en algunas comilonas fiesteras. 
En contra de lo que pueda parecer, no soy especialmente exigente con la calidad del vino. Pero me gusta poder diferenciarlo del líquido oscuro con el que aliño mis ensaladas.

GRABARLO TODO
En lucha estoy contra los que quieren grabarlo todo el móvil. Que digo yo que podrían ir al cine, o ver vídeos en YouTube, o comprarse una Game Boy o como se llame el chisme ese con el que juegan ahora los críos. Si has ido allí y hay música en directo, disfruta lo que estás viendo y baja el maldito teléfono, que si no, no puedo grabar yo.

DE GIRA POR LAS FIESTAS
Tengo unos amigos, bastante impresentables, que se hacían a comienzos de verano con una guía de fiestas gastronómicas y se pasaban dos meses recorriendo bacanales: el pulpo, la carne, el churrasco, las sardinas, el pulpo otra vez, el percebe, el pulpo de nuevo, el vino, el chorizo criollo, el pulpo una vez más. Y así hasta que llegaba la fiesta de pulpo, la más esperada de todas. Al terminar el verano se quedaban pegados a las paredes y movían las piernas como Lina Morgan. Eran un sinvergüenzas, zampabollos, y desalmados. La verdad es que lo pasábamos de maravilla de fiesta en fiesta. Había prometido guardarme el secreto.

LA HORA
Por razones que solo conocen quienes integran las diferentes comisiones de fiestas, nunca, nunca, nunca, la hora que aparece en los programas coincide realmente con la hora en la que finalmente se producen las cosas. Sin embargo, si la gente está lo bastante entretenida, todo dará igual.

ROMPER A BAILAR
Después de la procesión, el baile. Es un clásico. Suenan los metales y todo el mundo se le van los pies como si de pronto hubiera comenzado una despedida de soltero. Bailar está bien, pero estarás mucho más seguro apoyado en la barra. Un amigo mío se puso a bailar en primera fila, frente a la orquesta, y terminó casándose con la jefa de la comisión de fiestas. Viuda, a la sazón. Era un buen tipo.

FUEGOS ARTIFICIALES
Los fuegos artificiales son de arrebatadora belleza. Pero solo cuando los hay. 

ACTOS RELIGIOSOS
La última grosería que se les ha ocurrido a los intensos que pueblan ciertos ayuntamientos es anunciar, con pompa y oficialidad, que no acudirán a los actos religiosos que propician las fiestas de estas fechas. Ciertamente, se pasan. Me dicen que, al saberlo, San Pedro no ha logrado contener las lágrimas, y que hay varios obispos de baja por depresión al saber de la ausencia de estos concejales a las procesiones y las misas. El Papa no duerme desde que recibió la noticia. 

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