DE QUÉ SE FALA

La historia del semáforo

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Están en todas las esquinas y cada día ordenan el caótico tráfico, pero... ¿Sabes algo de su origen?

Hay millones de semáforos en todo el mundo. Uno de sus fabricantes, Siemens, asegura que produce alrededor de 22.000 unidades al año así que nos podemos hacer una idea de los que hay por el mundo adelante.  Se dice que si un peatón o un conductor pasara por todos ellos y todos estuvieran en rojo, le supondría tener que estar esperando tres años.

Una historia con inspiración ferroviaria

La historia del semáforo, cuya inspiración está en los trenes, comenzó cuando el tráfico de coches aún no era un gran problema.

El primer semáforo aparece a finales de la década de 1860 y no era eléctrico. La idea partió de las señales ferroviarias que ya se usaban mucho por aquel entonces. 

En 1865 el ingeniero inglés John Peake Knight, que trabajaba en los ferrocarriles, era el encargado de diseñar sistemas de señales para la red de trenes del país. Un día se le ocurrió que no sería mala idea usar señales también en la calle. Realmente él no era inventor, pero sí podía reconocer una buena idea y aprovecharla. Así que se fue a conversar con la Policía Metropolitana y les planteó la idea de usar señales de trenes en las calles londinenses. Por aquel entonces el tráfico de coches no era un problema, pero sí que era un poco caótico el tránsito de las carretas pues hacían que los peatones corrieran riesgos al atravesar las calles entre los caballos. 

La propuesta que hizo Knight era un sistema de semáforo de brazos, donde un brazo estaba en posición horizontal para indicar “pare”, o estaba inclinado para indicar “siga”. Decidió considerar las calles como si fuera una línea principal de trenes y desvíos. Durante el día se usaba el sistema de brazos, mientras que de noche se instalaba una luz roja (para detenerse) y una luz verde (para avanzar) que eran operadas por un policía.

Estas luces funcionaban a gas. Su plan se llevó a la práctica en 1868. El primer semáforo de la historia se instaló en pleno centro de Londres y fue todo un éxito. Pero pronto surgieron los problemas. Os había dicho que estos semáforos funcionaban a gas, pues bien, una filtración de gas en uno de los focos causó una explosión hiriendo al policía que operaba con la luz lo que puso fin al proyecto de Knight.

No quedó aquí la idea del semáforo. Volvió a resurgir en 1914 y esta vez en Estados Unidos.  Para estos tiempos, el asunto del tráfico ya era un problema importante que causaba dolores de cabeza a la policía pues se veían obligados a ordenar caballos, bicicletas, peatones y algunos automóviles.

En estos momentos ya había electricidad por lo que el primer semáforo eléctrico que se instaló en el mundo fue el de Cleveland. Fue aquí donde se iluminó el semáforo que conocemos hoy en día. Por aquel entonces, era operado manualmente y utilizaba luces para desplegar las palabras “STOP” y “MOVE”

Los colores del semáforo

Estos semáforos copiaron el código de colores del sistema ferroviario: el color rojo significaba parar, el verde significaba precaución y el blanco avanzar. Este último creó muchos problemas de seguridad por lo que decidieron hacer cambios. Se mantuvo el rojo (asociado a la sangre y al peligro) para detenerse. El verde (vinculado con la salud y la naturaleza) para indicar que se podía pasar.  Se cambió el blanco por el amarillo (relacionado con el sol)  porque se veía más fácilmente de lejos y con la finalidad de calmar a los conductores.

A partir de aquí fueron muchas las variaciones y adaptaciones que sufrió este primer semáforo. Continuando con el modelo americano, Siemens diseñó para Berlín su primer semáforo eléctrico, toda una revolución en los tiempos de guerra que se estaban viviendo. En Copenhague se estrenó un diseño que incluía por primera vez la luz peatonal. Casi veinte años después, Nueva York sería la primera ciudad con semáforos que indicaban a los peatones cuando esperar o cuando cruzar. 

En 1961 aparecería un nuevo elemento, el muñeco que representaba al peatón.

Los semáforos en la actualidad

Actualmente existen diferentes tipos de semáforo. Algunos funcionan por tiempo (se configuran para que la luz cambien en un período determinado), pero cada vez más se opta por centros de control que, mediante algoritmos, regulan el tráfico, permitiendo que la circulación sea más fluida en unas zonas.

Hoy las bombillas de los semáforos están perdiendo terreno y los semáforos LED se imponen, dado su considerable ahorro de energía, su luminosidad y su larga vida. Las lámparas de LED utilizan sólo el 10% de energía en comparación con las bombillas incandescentes y tienen una vida útil 50 veces superior.

Eso conlleva a que haya mayor fiabilidad del producto y más seguridad vial, porque los semáforos ahora fallan menos.
 

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