O PEDAGOGO FALA

El reto de romper paradigmas

13.05.17.XINZO.FINALES PREVENXAMIN.

Claves para transformar la educación y el deporte

La educación de hoy en día pasa por un momento de gran incertidumbre. Existen leyes educativas, promovidas siempre por los partidos que gobiernan en cada momento, pero no todas éstas van en la misma dirección. 
En la actualidad y desde hace años (sobre todo desde la última crisis económica), suelo oír a profesores/as, padres, madres, profesionales… la misma pregunta en forma de preocupación: “qué les espera a nuestros hijos?” “Que les deparará el futuro?”

El deporte pasa por una situación similar, sobre todo si hablamos de “educación y deporte”, “educación deportiva”, “deporte escolar”…, no solo por la falta de profesionalizar este sector tan influyente en la sociedad, si no también por la falta (o exceso, según por donde se mire), de regularización en cuanto a leyes y decretos específicos. 

En esta situación, la incertidumbre es parecida, y el factor común denominador es el mismo, la necesidad de cambiar la forma de hacer las cosas, es decir, de romper los paradigmas que se vienen dando desde hace muchos años en educación y en deporte. 

Los paradigmas no son otra cosa que “la forma de ver y hacer las cosas”, es decir, un modelo o patrón que se sigue y que sirve de ejemplo. En este caso la forma de ver la educación o el deporte, y por lo tanto, esa visión guía nuestra forma de actuar, de trabajar, de ser en nuestro entorno. La primera cuestión, es que los paradigmas que existen actualmente, muchos de ellos son los mismos que hace muchos años, pero la sociedad ha cambiado y también los niños/as. Han nacido en una época con nuevas demandas, mayores facilidades, acceso a la información, herramientas tecnológicas al alcance de todos… pero las necesidades son las mismas (o deberían ser), desarrollarse como personas. 

CAMBIO DE PARADIGMA
El primer cambio de paradigma que debemos crear, promover y practicar, es nuestra visión sobre los/as niños/as. Los adultos estamos acostumbrados a que nuestros/as hijos/as, alumnos/as, queremos que sean los mejores. Si hay algo que no nos gusta, luchamos por cambiarlo, es decir, por cambiar “al niño/a”, por cambiar su personalidad, o por cambiar su forma de actuar. Pero, ¿estamos actuando de forma correcta? En primer lugar debemos saber que la personalidad, el carácter no cambia, lo que puede cambiar o mejorar es la conducta, el comportamiento, las acciones. En segundo lugar, y es aquí la parte importante, lo que debemos cambiar es nuestro paradigma, la interpretación que tenemos sobre el/la niño/a o adolescente, y no querer cambiar directamente a la persona. Si queremos ayudarle, guiarle, y por lo tanto educarle, debemos saber que él o ella vive en un microuniverso e intentar entenderlo y vivirlo de la misma forma. 

NECESIDADES ACTUALES
Benjamin Franklin dijo una vez: “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”. Esta frase describe la forma en cómo debería ser el proceso de enseñanza-aprendizaje. Aun que este pensamiento es antiguo, la realidad no ha cambiado, y es que la mejor forma de aprender es haciendo, tal y como indica Begay y Dale en el “cono de la experiencia”. Es difícil enseñar, pero aun más difícil es que aprendan, y con autoridad no se educa, se adiestra.

PROMOVER EL CONOCIMIENTO
Se calcula que un/a niño/a necesita diez mil horas para aprender, dominar y convertirse en experto/a de una habilidad. Esto supone un reto y un esfuerzo por parte de profesores en el ámbito educativo, como de entrenadores en el ámbito deportivo. Ante esta situación, se da la necesidad de promover al trabajador (educador) de conocimiento, de herramientas que nos permitan hacer las cosas mejor, de otra forma, con mayor calidad, y centrado siempre en las necesidades de la persona. Pero el conocimiento es intangible, no lo podemos medir de forma exacta, aun que sí podemos determinar el esfuerzo, y debemos centrarnos en ello, y no en el resultado final. 

Este proceso pasa por la importante necesidad de promover espacios de reflexión, donde el alumno o el deportista, a través de las herramientas y metodología que utiliza el profesor o entrenador, ayuden a desarrollar esos valores innegociables como el autoconocimiento, la resiliencia, o la empatía. 

Educar, ya sea en el colegio, en casa, o en el club deportivo, es tarea de todos: “para educar a un niño, hace falta una tribu entera”. Las necesidades actuales pasan por entender y comprender que la educación debe servir para dotar herramientas para vivir, para hacer frente a las situaciones de su futuro, una educación centrada en las emociones, en el desarrollo de habilidades personales y en “valores intangibles”.


      

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