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Adiós, pero con dignidad

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photo_camera La afición ourensana reconoció el esfuerzo y la temporada de su equipo al final del partido

El club ourensano cambió la imagen ofrecida en el tercer partido e hizo pensar en la victoria con una breve racha de inspiración ante un serio rival

¿Demasiado Oviedo para este COB? Los números no engañan, pero la sensación fue que el equipo de Gonzalo García jugó muy por debajo de su máximo nivel.

En gran parte por los méritos del rival. Un compacto equipo que jugó como tal y desarrolló una defensa tan agresiva que Christian Díaz no querrá ver una foto de Dani Pérez hasta dentro de años. Igual que Mitrovic, Kapelan o Martín Rodríguez con Víctor Pérez, Manu Rodríguez o Fabio Santana. ¡Qué pesados!¡Qué tocanarices!

También en parte por lo que en tenis se conoce como "errores no forzados": Balones que te botan en el pie y se van fuera, saques de fondo que entregas al rival, esos tiros que fallas debajo del aro...

Y otro aspecto que no se plasma en el papel, pero se vislumbra en la cancha. La depresión baloncestística que sufrió el COB desde el final del segundo partido de la serie. Un bache mental del que sólo se pudo recuperar -y no todo el equipo- durante unos minutos mágicos de este cuarto encuentro.

Unos minutos de pasión, casi comparable a la de Fátima, en los que Diego Kapelan -candidato a canonización en la próxima visita del Papa- anotó 11 puntos seguidos para despertar y convertir en creyentes a casi todos sus compañeros. Casi todos. Ahí estuvo el problema, ya que un impulso emocional sin cabeza, ni criterio en las últimas posesiones, no llegó para derrotar a un Oviedo muy aplicado, arropado por 50 aficionados desde que puso el pie en el Pazo.

Insuficiente para ganar. Suficiente para lavar la mala imagen del tercer partido. El aficionado fiel -el ocasional abandonó el barco tras a desfeita del viernes noche- sólo pedía entrega, corazón y una posibilidad de luchar por la victoria. En premio, dedicó otra ovación a la plantilla al final del partido.

Lo hemos pasado bien

Buena suerte al Oviedo, quien sí rindió a su nivel esperado en la eliminatoria, salvo en el exceso de confianza del primer partido. Para el COB llegó el momento de hacer la maleta y repasar la temporada.

Cuyo calificativo debe ser de sobresaliente. Con el presupuesto y los medios dispuestos, Gonzalo García y todo su equipo completó una fantástica campaña. Clasificarse para la fase de ascenso con este grupo es muy meritorio.

Este equipo tuvo una personalidad muy singular e irregular. Con una curiosa capacidad de mimetizarse en el estilo del rival de turno. Rozó la perfección contra los buenos y se embarró con los menos buenos. En algunos partidos incluso mostró sus dos caras en el mismo cuarto. Siempre le faltó el instinto asesino para rematar al enemigo acorralado o para reaccionar con todo en contra.

Con sus virtudes y defectos, gracias a todos. Hemos disfrutado. Ahora comienza el eterno 'blues' del verano. El del futuro del club.

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