LEB ORO / PLAY OFF

El árbitro que quiso ser Rivero

Ourense. 24-04-15. Deportes. Plays Off de ascenso entre o Cob e o Melilla.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera Pedro Rivero, experto en crear crisis existenciales a colegiados, ayer en el Paco Paz.

El base del COB volvió a demostrar que al día siguiente de los partidos las canchas de baloncesto se llenan de colegiados que quisieron ser jugadores 

"Sinvergüenza", "eres un puto chorizo, cojones". Un par de faltas discutidas bastaron para que aficionados del Pazo destapasen el tarro de los insultos que parece creado exclusivamente para árbitros y exministros corruptos. Si Julio César tenía un esclavo que en los desfiles le susurraba cada cierto tiempo "recuerda que eres mortal", dan ganas de hablar con la Federación para que cuando se desatase la tormenta, las madres de los colegiados pudiesen saltar a la cancha y decirles bajito "cariño, en la nevera te queda un tupper con lentejas, y para mañana te hago arroz con leche". Todo sea por evitar depresiones repentinas.

Añorando quizás los abrazos maternos, el árbitro receptor de la ira ourensana, un tal Vázquez García, se refugió en su compañero -Pinela García- en la primera interrupción. Confidencias en las que podrían planear el lugar de la cena o si habría tiempo para visitar As Burgas. Así estaban cuando una señora de mediana edad decidió romper ese momento de paz espetando un "cuánto os pagaría Melilla, cabrones" que provocó el sobresalto de ambos.

A esas alturas, Pedro Rivero ya estaba siendo Pedro Rivero. El base es para su equipo como ese vecino majo, de pinta hogareña, al que le dejas las llaves antes de irte de vacaciones para que riegue las plantas y le dé de comer a las tortugas. Como es tan bueno, a la vuelta de Tenerife el tipo ha tenido tiempo para limpiar el horno y redecorar el salón. Precisamente, andaba Rivero moviendo un sofá cuando los árbitros empezaron a mirarlo con cierta envidia.

"¡Manos arriba, esto es un atraco", se escuchaba de fondo mientras Vázquez y Pinela recordaban, otra vez, al primer tipo en la Historia de la Humanidad que decidió que no, que él pasaba de jugar, que prefería arbitrar. La sociedad premiaría esa decisión inventando los escraches y el premio Guruceta.

"¿Cómo sería mi vida siendo el base del COB?", rumiaban en el descanso con la mirada perdida. Tomarse una pizza con Fieler, ese ala-pívot con pinta de quaterback de instituto americano que irá siempre al baile de fin de curso con la jefa de las cheerleaders. Chocar las manos con todos, tomarse una cerveza al acabar y, sobre todo, poder fallar un pase sin escuchar a imitadores del capitán Haddock sacando lustre al María Moliner.

Phoenix y las dudas

Por ahí irían las tribulaciones de los ilustres colegiados cuando, por un momento, Rivero palideció. Como Joaquin Phoenix en 'Puro Vicio', el base tuvo un viaje lisérgico en el que cada puerta que abría le complicaba más la vida. Para el COB y para el base las certezas se volvieron dudas, y en este escenario de último cuarto nuestros héroes, que a esas alturas ya estaban empezando a dejarse barbita, se afeitaron rápido para volter a tener ese aspecto de empleado de banca: "Recuerda que es un curro estable y el plan de pensiones no está mal", le decía uno al otro mientras asentía con la cabeza.

Preguntándose cómo habría cerrado la Bolsa de Madrid, parecía ya que Vázquez y Pinela tenían superada su crisis existencial, cuando apareció Suka-Umu.

Aún recuperándose de un mal corte de pelo, robó un balón que funcionó como guiño para Rivero y como un revés para la estabilidad de nuestros dos árbitros. Uno más.

Porque no nos engañemos, en la mañana siguiente de cualquier partido, las canchas de baloncesto se llenan de árbitros que intentan descifrar qué se siente jugando, qué se siente siendo Pedro Rivero.

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