Si no respetas al rival puedes acabar pidiendo la hora en el Alcoraz siendo campeón de Europa. Si lo haces tienes dos salidas y ninguna evita la crítica. Reconocerlo, y que te piten los oídos por dejadez de funciones en el trabajo. O achacarlo a que no tienes más nivel y prepararte para que escuchar como piden el relevo.
Gonzalo García de Vitoria avisó toda la semana del peligro de mirar la clasificación. Tanto que no se olvidó del soniquete ni cuando ya había acabado el partido. Funcionó.
Su equipo salió a la pista con la intensidad del que no se siente superior. Consciente de la importancia de un partido que no te dará la gloria, pero te ayudará a evitar el purgatorio.
El COB ganó al Prat sin agobios gracias al esfuerzo. En una tarde sin excesiva lucidez y con poco acierto mantuvo siempre a raya a su rival. Ganó sin discusión.
En la primera mitad puso la diana en la zona. Castigó una y otra vez a un rival al que se le notan, a la vez, la bisoñez y las canas. Rozitis inició el asalto y Watson insistió en el acoso. Con la ayuda de la mejor versión de Muratovic se fue al descanso con diez puntos de ventaja. 40 anotados y 35 de ellos de los interiores.
En la segunda notó la falta de frescura de Vidal y de Zamora, pero nunca dejó de defender. Ha pasado de defender bien a defender mucho y bien. El COB le baja la anotación a su rivales sin ponerse nunca exquisito. A los de arriba y los de abajo. Ha interiorizado que esa es su seña de identidad y los que menos anotan con ración doble.
Con esa medicina aplacó los mejores minutos del Prat y a la que volvió a correr le endiñó 16 puntos en cinco minutos y resolvió el expediente. Desde el músculo y el buen juego. Cinco minutos sin ceder un centímetro atrás y encontrando posiciones de tiro para que el perímetro se sumase a la causa.
Misión cumplida en un partido que mañana se olvida, pero que te hace doler la cabeza media temporada si te olvidas de lo más importante, respetar al contrario. El COB no lo ha hecho nunca esta temporada. Y así le va.
