Nada extraño en una LEB Oro que pretende recuperar un crédito que está por los suelos, un poquito por encima de la propia ACB.
Después de un verano todavía más surrealista -sí, sí, más que el anterior- ver de nuevo al COB en el Pazo, como si nada hubiese sucedido, parece de cuento. O de chiste. Nada extraño en una LEB Oro que pretende recuperar un crédito que está por los suelos, un poquito por encima de la propia ACB.
Pero así son las cosas y así hay que aceptarlas. Y disfrutarlas. Si la pasada temporada lo hicimos con un equipo de tiernos infantes dirigidos por Rivero y Rejón, en esta ocasión no será menos, porque, dadas las circunstancias y presupuesto de la directiva, la propuesta es más que interesante para competir con dignidad.
Cierto es que en el debut contra el Oviedo se pueden achacar muchos defectos al equipo de Gonzalo García, pero también podemos valorar de forma positiva la recuperación tras verse 15 puntos por debajo en el marcador.
Confiemos en la natural progresión al alza del grupo y en el despertar de jugadores hoy un tanto despistados. O desapercibidos.
