LEB ORO

El miedo se come a un gran COB

COB
COB
69
71
Barça
Barça

El equipo ourensano regaló en el último cuarto un partido que ganaba al Barça B por 14 puntos y en un Pazo volcado con más de 3.500 personas en las gradas

No marcó Sergi Roberto ni hubo decisiones arbitrales 'sospechosas'. Tampoco rugió la afición local. Sí hubo remontada y otra vez euforia final blaugrana. Fue el desenlace de un partido que solo el que lo vio puede comprender. Porque explicar con el teclado cómo se regala un partido es complicado.

Describir a un COB dominante e impecable durante tres cuartos y luego uno temeroso, desconcentrado y totalmente impotente más aún.

Jugadores que dominan el partido hasta llegar a recrearse y que en el último cuarto no ven más allá de sus zapatillas y regalan pases al contrario obviando que están ahí delante. Otros que suman sin descanso sean quienes sean su pares y que luego no son capaces de anotar una canasta con el reloj parado y sin defensor. No una vez, cuatro seguidas. Sonrientes, desafiantes, convencidos. Luego llorando para encarar el vestuario porque todavía no tienen callo en esto de los malos tragos.
Tiradores que firman tres cuartos con más de un 50 por ciento de acierto en triples y que luego no ven aro, se equivocan en la selección de los tiros y se les encoge la pista hasta parecer incapaces de hacer una canasta.

De la fluidez a la torpeza sin previo aviso. De la ilusión a la decepción en diez minutos. Un COB capaz de jugar sus mejores minutos y ganar por 14 (64-50) y acto seguido ser el más impotente que se ha visto esta temporada.

Si la última jornada en el Pazo dejó al equipo ourensano desesperado con el arbitraje y tocado en el ánimo durante días, el partido de anoche lo enviaría en sesión grupal al diván. No será fácil digerir esta derrota. Por las consecuencias clasificatorias y sobre todo por la sensación de fragilidad. No se había descompuesto así el COB hasta ahora. Nunca.

Dejó escapar un partido que lo dejaba con pie y medio en el play off por el ascenso. El lunes entrenará sabiendo que tendrá que sudarlo y que en el Pazo pasa algo que no es casualidad. No es normal que con la afición volcada e implicada como no se recuerda cueste tanto ganar. Más aún cuando como visitante los triunfos son hábito. Eso también cuesta explicarlo y resulta imposible entenderlo.

Lo mejor de todo es que no era una final. Que hay más liga para insistir en todo lo bueno, que es mucho. Mayoría. Pero también para aprender de errores que no condenan, todavía.

Te puede interesar