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No hay más, y punto

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photo_camera Orlov trata de taponar al pívot del Cáceres, Grabauskas.

El COB volvió a quedarse corto en un partido que dominó en la primera mitad, pero que el Cáceres ganó con facilidad sin tener que jugar un gran baloncesto

El COB encajó en Cáceres una nueva derrota. La novena en diez jornadas. Cambió el rival y el escenario, pero no fue nada distinto a lo que se vio en Prat, Azpeitia u Oviedo. Un permanente día de la marmota en el que los buenos minutos iniciales no hacen más que agravar la contundencia de la caía posterior.
Esta vez fueron 15. Impecables, eso sí. Sin Ahonen y sin Uzas, el COB fue intenso en defensa y tuvo claridad en ataque. Con un Johnson valiente y acertado, el mejor Manzano de la temporada y consiguiendo siempre buenos tiros para los exteriores o ventajas para los interiores. Un Cáceres incómodo y superado y una ventaja de 11 puntos (24-35) que no sonaba extraña.

El mismo COB alegre, acertado, intenso y hasta vistoso que dominó al Iraurgi, al Oviedo o al Prat. El que tuvo contra las cuerdas al Básquet Coruña y al Lleida. Y todos le ganaron. Como lo hizo el Cáceres. 

Todos los rivales dan la sensación de accesibles. El problema es que el COB es totalmente vulnerable. Esa es la diferencia entre ganar a veces y perder casi siempre.

Los cuatro últimos minutos de la primera mitad y los seis primeros de la segunda decidieron el partido. Un parcial arrastrado de 15 a 0 que acabó con un COB incapaz de pelear contra sí mismo. 

Sencillamente porque no está preparado para ello. El COB pierde y seguirá perdiendo mientras no mejore la plantilla. Porque los 'chavales' con los que cuenta pueden ayudar, pero la liga todavía les queda grande. Y los que pueden tener nivel para competir no son suficientes. ¿Cuántos jugadores tiene el COB para competir cada viernes en igualdad de condiciones con sus rivales? ¿Cuatro? ¿Cinco, siendo generosos? Y dos de ellos ayer ni estaban.
El aprendizaje para los cedidos (Kohs, Maura y Moreno) y para los jugadores con proyección (Ndoye o Johnson) es impagable, pero la factura la está pagando el COB y lleva camino de condenarlo al descenso. Y lo que venga.

El martes, Melilla en el Pazo
Ahora que la pelota no entra se ven todas las costuras de un club que ha ido ahuyentando a la afición las tres últimas temporadas por errores propios. Un ceguera voluntaria y sin justificación. Y eso sí que no es cuestión de presupuestos.

Lo único que le queda todavía al COB es tiempo para pelear por salvarse. Y no solo del descenso. El problema es que si se ha equivocado tanto como para llegar a este punto, por qué se va a confiar en que sepan encontrar el camino para dar la vuelta.

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