ZONA COB

De lo sublime a lo humano ante una afición fantástica

Ourense. 10-03-2017. Cob-Barcelona B. Paz
photo_camera Kapelan encara el aro con la atenta mirada de Sada.

El COB de anoche es sublime en tres cuartos y temeroso humano en el último

"¡Qué desastre, qué desastre!". Una seguidora del COB bajaba las escaleras de la grada cariacontecida, con la bufanda aún al cuello pese a hervir internamente de enfado. En cualquier corrillo asomaba el desánimo, el enfado, porque  la afición se fue de uñas.

Vale, no les falta razón. Y sí, los tiros libres de Guerra obligan inevitablemente a recuperar de la memoria histórica los que falló Prada y que le costaron al Madrid meterse en aquella final de la Copa de Europa.

Pero a mí este COB me encanta. Ya, ya sé que me permito ver el baloncesto a largo plazo y que los de García de Vitoria han cedido dos partidos seguidos en su feudo que al final pueden pesar como una losa, pero los equipos ganadores no se forjan en un verano.

El COB de anoche es sublime en tres cuartos y temeroso humano en el último. Dicen que "quen ten cu ten medo" y al quinteto local le llegó en el momento más inadecuado. Pero son peajes de grupos como este. Treinta minutos fantásticos de juego coral... y diez penosos también desde la solidardad: ahora la fallo yo por precipitación, luego la regalas tú para que el rival te mate en un contraataque, después cedemos otra posesión por cabezonería...

Insisto. Un equipo fantástico. No era el día del tirador balcánico, que solo se unió a la fiesta en el tercer periodo y se pagó. Kapelan y Díaz son dos portentos de sangre tan caliente en sus vertiginosas acciones que a ves también se olvidan de jugar con el crono. Y Guerra, por ejemplo, fue un martillo hasta que pifió tres tiros libres decisivos. El cuarto no se cuenta porque tiró a fallar y, por solidaridad coral, Wright completó la pifia con una falta en ataque.

¿Y el Barça? Su premio fue gigantesco porque se sustentó en los deméritos de un equipo con miedo a ganar.

Lo siento pero me encanta este COB capaz de palidecer en su azul tras haberte hecho vibrar. Cosas de la monaña rusa. Ya se endurecerá y aprenderá de su afición y de la presión ambiental creada en los tres minutos finales. Apoteósica.

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