Cartas al director

Niño pobre, político rico

El día que la mierda tenga un valor, los pobres nacerán sin culo” (Gabriel García Márquez)
Harto de ver, de escuchar, de leer sobre la farsa judicial del llamado caso Gurtel, me he negado a un seguimiento de la misma. Se juzgan a los intermediarios de la corrupción y no a los principales cabecillas de la trama: los corruptores (los adjudicatarios de las obras y servicios de las Administraciones Públicas) y los corruptos que adjudican. Inversiones sobrevaloradas por el pago de mordidas, que salen de las arcas públicas en detrimento de inversiones  sociales.


Acabo de leer los informes  de la semana pasada llevados a cabo por Unicef y Save The Children. Organizaciones a las que contribuimos modestamente desde casa. Denuncian la debilidad del sistema español de protección social a la infancia. Un 3,2% de hogares no pueden permitirse una comida de carne, pescado o equivalente vegetariano tres veces a la semana. Cerca de 940.000 niños viven en casas que no mantienen una temperatura adecuada.


Más números aterradores. La tasa de riesgo de pobreza o exclusión social infantil en España es del 34,4% para hijos de españoles, alcanzando el 60,3% sin son hijos de inmigrantes. En Europa, la de los recortes,  de la que tanto presumen nuestros políticos de que pertenecemos, la tasa se sitúa en 21,1%. Existen, en la actualidad, 1.390.000 niños que viven en hogares que reciben unos ingresos de 9.000 euros al año. La pobreza agudiza el problema del abandono escolar. Nuestra tasa de abandono escolar se situaba en 2.015 en el 20%, cuando la media europea era del 11% .


Manifestaba el  alcalde de mi pueblo que su partido, que gobierna en su municipio, diputación provincial, comunidad autónoma y el estado, que a pesar de la crisis económica no se había dañado el estado del bienestar. La cifras citadas anteriormente no son fruto de generación espontánea, son consecuencias de la política de su partido. Veamos. La inversión en educación se redujo desde 2009 a 2.014 en 5.000 millones de euros. La inversión en protección social de niños y sus familias, en ese mismo período, cayó en 2.700 millones.


Miro hacia atrás con ira cuando, años ha, Rajoy defendía en un periódico regional la desigualdad social como algo inherente en el devenir sano de la sociedad. Por lo que se ve es coherente con sus principios.  Ni él ni sus familiares y amigos pasan hambre. No emigran en busca de trabajo, salen a hacerse masters, muchas veces con beca, o a visitar bancos suizos. Tampoco parece ser que pasen angustia social o penuria económica alguna los millones de sus votantes.