Cartas al director

La Lola se va, amigo Mondelo

"Hemos trabajado mucho para saquear a nuestro país"  (Lapsus de Dolores De Cospedal)

La Lola, el más fiel escudero de Mariano, se nos va del hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo. Tanta era su fidelidad al caballero de la villa de Teucro, que asimiló su lenguaje, plagado de lapsus. Lapsus que, quizás, manifiesten conceptos subliminales en su subconsciente.  El que conjugase saquear por sacar. Repitió la conjugación en dos ocasiones, en 2012, al presentar los presupuestos de la Comunidad de Castilla-La Mancha; en 2015 en la campaña electoral de Andalucía. Pero la frase más famosa con la que se la recordará en nuestra reciente historia, fue la que pronunció con motivo del “Caso Bárcenas”. Este caballerete, en decir de la Lola, mantenía con el PP, una relación de “simulación de contrato, con pago en diferido”. Todo un reto para un profesional de las Relaciones Laborales.

Su fidelidad al amo obtuvo premio con una cartera ministerial. Y qué mejor premio que aquel servicio destacable a prestar de un caballero andante medieval: “velar por las armas y hacerlo respetar”. Encomendada le fue el Ministerio de Defensa. En tal menester puso empeño. Tal que así que propuso un proyecto ambicioso de adquisición masiva de armamento. Un proyecto necesario para dar cumplimiento al “derecho de los españoles a sentirse seguros y protegidos”.  Y más necesario, si cabe, entonces, dadas las andanzas del malévolo Cipolino (alias Puigdemont), un espía catalán al servicio del impío Putin. Tanto así que de ello fue informada, vía telefónica, por altos cargos de Letonia, que, incluso este país, le ofreció enviar tanques a Cataluña, para evitar un levantamiento violento. Siempre amable y receptiva a entrevistas, ya sean de socios letones, ya sea de un madero alcahuete y postillón de cloacas.

Buscando otro cielo la Lola se va, cantaba Rocío Jurado. Me deja un hueco importante, cual numen de mis textos, si en más de una vez le dedique tiempo y palabras. Formaba parte de mi  prosaica correspondencia pública. Su marcha como la de Mariano marca mi orfandad epistolar. Me quedo, literariamente hablando, huérfano de padre y madre. Y no es lapsus alguno, si digo que a mí me han saqueado la palabra. Sin embargo, considerándome como un buen nacido, agradecido le estoy, y, por ello, no encuentro mejor frase de despedida, que desearle que, ojalá, le vaya bonito. La misma frase con la que despedía a Mariano el pasado 5 de junio de este año, con letra ranchera de Vicente Fernández. “¡Cuántas luces dejaste encendidas, que yo ya no sé cómo voy a apagarlas!”. Yo no miento, Lola, si en noche alguna no haya bailado con usted, como Los Brincos con su “Lola”, quien se encontraba muy sola. Sepa ella que por mi parte, la dejaré dormir, como pedía con música Juan Pardo para su niña Lola.