Cartas al director

Plana para pueblo plano

“¡A la mierda, abanico, que se acabó el verano!”  (Expresión popular) 

España es un show de libreto interminable. Cada día representamos un acto del sainete, en funciones de mañana, tarde y noche. Acaparan los principales papeles políticos, cuando no togados con puñetas de bolilos. Completan el elenco los españoles visionados por Riverita el Naranjito.

Superamos el récord de representación a la obra de Agatha Christie, “La ratonera”. Y lo hacemos porque llevamos en escena años y  años. A toda obra le responde una crítica. Puesto que no me considero chauvinista al uso de soflama patriotera y excluyente, tiempo ha que he buscado fuentes ajenas al ombligo patrio. Hace medio siglo que descubrí las obras de muchos hispanistas de habla anglosajona. Relatos de viajeros impenitentes por tierra hispana. La mayoría en el transcurso del siglo XIX. Obligado estoy a mencionar a Gerald Brenan, Graham Green, Hugh Thomas, Richard Ford, George Borrow y, ya en la actualidad, a Paul Preston. Fueron bautizados por la que ahora es llamada la España Ciudadana, como los “curiosos impertinentes”.

Confieso que  los Pirineos siempre los he visto como una frontera orogénica de difícil tránsito. Tránsito de personas como de ideas. Basta con acercarse al Alto Aragón para percatarse de que las muchas fortificaciones allí presentes no solamente se erigieron para defendernos de ejércitos invasores, como las legiones romanas, las tropas napoleónicas, los maquis insurgentes asentados en el Mediodía galo, si no como defensa de nuestro catolicismo intolerante frente a las luchas religiosas que azotaban a Europa, inmersa en la Ilustración. Hoy, lamentablemente, la boca tapiada del túnel de Somport, es toda una metáfora.

Ya antes en el siglo XVII, un embajador de Venencia en Madrid, Giobanni Cornaro, daba cuenta de lo mucho que los españoles afanaban de lo público: “Desde el pobre hasta el rico, todo el mundo consume y devora la hacienda del rey: los unos, a  pequeños bocados; la nobleza, a boca llena, y en cuanto a los grandes, en cantidades fabulosas”.

Incapaz de formular un discurso coherente sobre las venturas y desventuras del país, he decidido guardar silencio durante un tiempo, meditando sobre la teoría política que mantiene Paco da Charanga: “Abelardo, tres poderes hay en España: la Iglesia, la Monarquía y el Real Madrid”. Cuestión sobre la que deberé reflexionar. Solamente se hieren los sentimientos religiosos del católico, para las otras confesiones existe barra libre: la Monarquía está por encima de la Ley, y el Real Madrid es el símbolo patrio de la España Ciudadana.