Cartas al director

¡Cuán gritan esos malditos!...

…"Que en concluyendo la carta, no pagan caros sus gritos!” (“Don Juan Tenorio” de Zorrilla, por si los masters). Lo escribí en este medio, a raíz del triunfo de la moción contra Rajoy, que sería una oposición a cara de perro –perdón, mi querida Lúa-; mejor a cara de hiena, por lo del gusto por la carroña y su cruel ensañamiento con las presas. No hacía falta ser augur; basta con recordar el pasado y las sucesivas oposiciones navajeras del PP. Nunca defraudan, en este aspecto;  pero en los crematísticos…                 

Las voces acusatorias, tremendistas e inquisitoriales arrecian cada día con nuevos bríos. Nada importa que sus alegatos se cimenten en medias verdades, deformadas  hasta convertirse en proyecciones abyectas de la realidad, en suma: mentiras burdas. Sólo importa el ruido mediático y el eco generado en los forofos –inmunes a una información veraz, no falseada; cómplices necesarios-, bajo la consigna del cuanto peor, mejor. Como ya dijera Montoro en su día: ya lo arreglaremos nosotros.

¿Y el sentido de Estado?... Ah, el sentido de Estado y el todo vale se confunden en la ignominia. Sánchez nos apoyó en el duro envite del 155 en Cataluña y adquirió categoría de hombre de Estado; ahora son otros tiempos, y el “traidor-felón” Sánchez se entrega a los indepes  sólo para permanecer en la Moncloa. Hay que j…!                       

El más tonto de la clase sabe la falacia del supuesto entreguismo del PSOE, que nadie de su gobierno contempla. Exigen, a voz en grito, la aplicación inmediata de un 155 duro –qué quieren decir estos falsos constitucionalistas; petulantes ellos-, que la Constitución no refleja. De hacerlo así, la separación de Cataluña sería ya pronta e irreversible. Toda la paciencia del bíblico Job será poca para evitar que un 3 o 4 por ciento de catalanes moderados se sumen a las tesis separatistas, y es indignante que unos aspirantes  impacientes por llegar al poder, Casado&Rivera, contribuyan de manera decisiva a esa ruptura, generando independentistas cada vez que echan a pastar sus viperinas lenguas.

¿Dónde están las contrapartidas cacareadas al hilo de la moción de censura? ¿Qué mejor testigo que un relator neutral para garantizar la ausencia de cláusulas vendepatrias en un diálogo necesario e inaplazable? ¿De dónde sacan lo de un presidente ilegítimo e inconstitucional, contra toda evidencia? Si el diálogo no se produce –por la ceguera maximalista indepe-, es igual: fue gracias a la presión, pero seguimos con el raca-raca.  Ya echados al monte, ni un paso atrás.

Una petición a estos porfiados malandrines (magnífico vocablo de mi lejana juventud, ya en desuso): dejad de utilizar el genérico españoles –aunque no sois únicos, sí los más persistentes-, y, con realismo, hablad de “los nuestros”; porque, créanme, otros muchos ciudadanos –y muy españoles, en expresión rajoyana- nos sentimos representados por quienes dieron la mayoría, legítima y constitucional, a quien de momento ocupa la presidencia del Gobierno. Y a esperar…