Me enseñaste a volar,
a mil metros sobre el suelo,
dejando que vuele libre,
el sendero de mis sueños.
Me lanzaste a las mareas,
sin soltarme de tu mano,
y las aguas más oscuras,
cristalinas vi a tu lado.
Me enseñaste a correr lento,
cuando todos tienen prisa,
cuando la meta se esconde,
cosida a un mar de risas.
Me enseñaste que la arcilla,
moldea cuerpos inertes,
y que sólo el movimiento
en deporte los convierte.
Me enseñaste que la noche,
se muere al rozar el día.
Y que un despertar incierto,
esconde su melodía…
Y este pentagrama roto,
loco de amor por la vida,
Hoy quiere felicitarte,
Con el amor de su tinta…
¡Feliz cumpleaños viejita!