Cartas al director

Autoridades y reservados

Estos días se ha denegando a los ciudadanos de Ourense la magnífica posibilidad de asistir a los conciertos del “XI Festival de Música Internacional de Ourense 2018”. Me explico: según reza en los fines o intenciones de la Asociación Pórtico Musical (entidad colaboradora en dicho Festival) es la de “implicar a toda a cidadanía amante da cultura nun proxecto de e para Ourense” y Agadic, otra de las agencia colaboradoras, Axencia Galega das Industrias Culturais en la que uno de sus objetivos es “o impulso e a consolidación do tecido empresarial no sector cultural galego”, digamos que el organizador es el Ayuntamiento de Ourense y el coorganizador la Diputación y además hay otros colaboradores en forma de empresas y entidades públicas a las que recomiendo encarecidamente no vuelvan aportar un céntimo para este Festival de y para las autoridades.

Al grano: la desvergüenza de nuestros politiquillos de tres al cuarto sigue presente en este Ourense cuando en uno de los conciertos más esperados por “a cidadanía”, esa que la que las entidades colaboradoras y organismos públicos quieren implicar “nun proxecto para Ourense”, estamos hablando del Concierto de Carlos Nuñez, resulta que 1/3 de las entradas se reservan a las autoridades, es decir, 200 autoridades. Es una auténtica vergüenza el abuso de poder que siguen ejerciendo nuestros gobernantes hacia “a cidadanía” que tanto quieren.

¿Cuándo acabaremos con esta trasnochada, vergonzosa y decadente costumbre de las filas cero para las “autoridades”?, ¿cuándo vamos acabar con la distinción de clases sociales a la hora de arrogarse la reserva de plazas que son del y para el ciudadano, que al fin y a la postre es el que paga esos eventos con sus impuestos?, ¿cuándo aparecerá “una autoridad” que ejerza de tal y entienda que es uno más en el engranaje social?, ¿cuándo se van permitir democráticamente la asistencia a eventos públicos de una manera ordenada y libre de trapicheos de las “autoridades”? Autoridades que huelen a moho y naftalina y que siguen recordando épocas pretéritas fascista ya pasadas. Una auténtica pena en el siglo XXI , año 2018.