Cartas al director

Obituario: Homero, un ourensano de pura raza política

Cuando se muere un amigo, se siente uno maniatado. Si  además se trata de un amigo desde la infancia, entonces se oye el aleteo.

Escribo desde A Coruña, donde acaba de fallecer un ourensano de pura raza política, mi amigo Homero Pérez Quintana.

Homero no fue un político de los de quita y pon sino de la estirpe de los peritos, sin los cuales se pararía la máquina de la cosa pública, sean cuales sean las siglas de turno.

Homero, alcalde en los viejos tiempos, avezado enseñante de Centro a Noreste, inspector de Enseñanza, regresó para siempre a Ítaca, Galiza, en los años 80.

A partir de entonces desempeñó varias direcciones Xerais de la Xunta y una secretaría xeral técnica, en la era de Fraga y después.

Hombre de estricta moralidad, generosidad y padre incondicional, se distinguió por su infatigable dedicación y su exigente celo profesional, compatible en cada momento coa nosa retranca.

En A Coruña, durante los últimos 30 años nos reencontramos, compartimos casi todo, nos felicitamos mutuamente cuando había motivo, su mujer y la mía, él y yo.

Su familia, sobre todo tú, queridísima Ana María, y nosotros continuaremos juntos