Escribo para hablar de los serenos, una de las profesiones que casi todos nuestros mayores recuerdan con nostalgia, para ello le presentaré un contexto bastante reciente en España.
En Gijón, el servicio del sereno está financiado al 65% por los comerciantes y el 35% restante por el ayuntamiento, planteando así un modelo de financiación público-privada.
Desde un principio, la implantación de esta idea, gozó de una excelente acogida y un gran apoyo por la inmensa mayoría de los habitantes de esta bella localidad asturiana. Según pasa el tiempo, se va consolidando el acierto de apostar por estos profesionales y queda patente la mayor sensación de seguridad que garantizan sentir los ciudadanos al saber de la presencia de los serenos.
Ellos, dueños de sus silbatos, pasean la noche y se ganan la confianza y el respeto de los vecinos con su buen hacer y su cercanía.
Viendo el éxito rotundo de este proyecto, yo me pregunto: ¿No sería una excelente idea volver a implantar este oficio en la ciudad de Ourense?
Nos sentiríamos así más seguros en la oscura y a veces peligrosa noche, además de que colaborarían y facilitarían la labor a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.
A mi modo de ver y, después de haberlo reflexionado, entiendo que sería un gran acierto.
