Cartas al director

OBITUARIO | Chus de Buciños o Buciños de Chus

Que por inseparables tomados deben ser. Así, de este modo.

Para Chus la vida se extinguió. Los que más la disfrutan a veces la tienen, si no breve, no tan larga por lo que aún de ellos se esperaba. Si apartamos a dos seres, algo incurable reside en el que resta. Y la concepción de un artista que comparte con un ser etéreo que de ligero se fue desvaneciendo, como algo que se te va escapando cuando ya inaprensible. Chus, extravertida, hospitalaria, de sonrisa fácil, de ocurrencias ciento, se había convertido para el escultor como esa permanente fuente de inspiración o al menos esa espoleta necesaria para estimular una labor creativa, y así sin decirlo parecía que se deducía en todas las muestras que el escultor de A Barrela fue montando a través del tiempo.

Sin un trato, si no esporádico, encontraba que Chus muy cercana, de esas personas de las que por tan abiertas se manifiestan sin dobleces, sin trastienda; por eso caen lo que se dice bien y de esto Chus daba sobrada gala. Chus, esta viajera de medio mundo con Buciños, Carmela, Pousa, el pintor de Goián, con los que casi de vecindad playera por A Guarda, de inspirados veraneos, a tiro de piedra y lugar de encuentro con sus muchos amigos. Así que en este Olimpo de la amistad se fraguaban hasta las labores creativas de este Pousa, pintor, o de este Manolo escultor. Chus, de tan entregada, presentándose en el velatorio de un amigo, ya un tanto minada por su enfermedad diría, en un arranque de más que  sensibilidad, generosidad: Por qué se tiene que morir José Félix, cuando yo que estoy echa una mierda, que no valgo para nada, aún sigo aquí.

Es como si quisiera dar la vida por él, y a fuer que la daría. Si los guerreros precisan del reposo de sus damas, Buciños necesitaba de Chus, su numen. Manolo, que de Buciños, pueblo de A Barrela, donde toma el nombre artístico que honra a su aldea más que Albert Camus cuando decía no recuerdo si en El Extranjero o La Peste aquello de: Dime en que aldea has nacido y te enseñaré a ser universal, dio pruebas de que naciendo en un núcleo rural, reducido, su devenir le llevaría por la universalidad de una obra reconocida allá donde expusiere este artista que también lo fue de la generosidad.  Recuerdo cuando en nombre de la Sociedade Galega de Historia Natural le grababa una placa al eminente  geólogo José Nespereira, que tantos estudios sobre el Xurés tenía y en la flor de la vida yéndosenos. Cuando quisimos pagársela, ni nombrar la cosa quería, y años después, en una marcha por el Xurés hallé que la placa colocada a cierta altura y atornillada al granito había sido hurtada como demostraban las huellas de unas palanquetas en la piedra. Hablé con Buciños sobre la posibilidad de colocarle otra y Manolo no  dudaría en ofrecerse para hacer otra nueva. 

Así era esta pareja que desde su retiro semiurbano de lo alto de O Pino tenían la ciudad a sus pies o mejor sería que eran ellos, de tanto amor por ella, los que se pondrían a los suyos. Amigos, parientes, ambiente, gentes con las que compartes hacen tu mundo y ellos compartían, y espero que Manolo siga produciendo su arte como ella quería.  Chus, la muerte como decía un eminente poeta latino: palida mors  pulsat equale pede non solum domos pauperum sed etiam tabernacula divitum (La pálida muerte llama sin distinciones no solo a las moradas de los pobres sino también a los palacios de los ricos) … pero nunca debiera al Parnaso de los artistas, creadores e inspiradores. No obstante, la obra permanece y quien la impulsó y, acaso, posibilitó, también. Chus, no te vas, sigues habitando en este mundo de la inspiración y de los que te conocimos.