Cartas al director

Carta a mi amiga Inés

Mi querida amiga Inés, hubiera preferido entregarte esta carta personalmente, haberla leído juntas, cogidas de la mano, abrazadas. Pero no ha podido ser, Dios quería ser el mensajero y aunque lo acepto en la Fe, no por eso dejo de sufrir.

La noticia de tu fallecimiento a través de tu hija Patricia me ha dejado desolada, consternada, triste e impotente. Sabía que estabas enferma, me lo habías comunicado, y estaba convencida de que lo ibas a superar. No me podía imaginar este desenlace tan rápido, tan de sorpresa, al menos para mí.

Sólo me consuela el pensar en ti y escribiéndote me engaño por unos momentos y me ilusiono con la fantasía de que va a sonar el teléfono y voy a escuchar tu voz, tu melosa voz.

Siempre eras tú la que me llamabas para interesarte por nosotros, y entre lágrimas y risas recordábamos las mil y una anécdota de nuestra estancia en Houston en el MDAnderson, en nuestro segundo hogar Ronald Macdonal House. Allí empezó nuestra amistad, cuando tú y yo luchábamos por la vida de nuestros hijos, tú por Fátima y yo por Juan. Allí conocimos a muchas otras familias venidas de todos los rincones del mundo, de todas las religiones, clases sociales y razas, que al igual que nosotros luchaban por la salud de sus hijos. Muchos se curaron, los nuestros no tuvieron esa suerte, el cáncer es así, pero nos quedó la tranquilidad y la satisfacción como madres de que les dimos lo máximo, todo lo que estaba a nuestro alcance y con ellos aprendimos, que merece la pena luchar por la vida.

Como soy mujer de Fe, sé que Dios te ha recibido con los brazos abiertos y que ya has abrazado a tu hija Fátima y disfrutas junto a ella y todos tus seres queridos del Paraíso prometido. Que ya tu sueño se ha cumplido, porque las madres que hemos perdido a un hijo hacemos nuestra la frase de Santa Teresa: "Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero".

No te olvides de abrazar a mi hijo Juan. Yo también sueño con ese encuentro. Mientras, procuraré seguir tu ejemplo y ser tan buena persona como tú lo has sido.

Te voy a echar mucho de menos. Seguiremos comunicándonos desde el corazón. Te quiere tu amiga Conchita, "la andaluza", como me llamabas.