Cartas al director

¿Dónde está el amor?

Es una mañana cualquiera de algún día de la semana, absorta en mi trabajo algo llama la atención a mis sentidos... se me agudiza el oído y escucho ojiplática al locutor radiofónico: nos hemos olvidado de mostrar amor y afecto.
Mirada al vacío, no me sorprende, mi innata manera de ser se ha dado cuenta, y lo peor, el virus robot "no quiero que me vean darte un beso o un abrazo" está ya en un 45% de mi cableado corporal...

"Eres todo amor", me decía alguien hace unos meses. De qué sirve? Me pregunto. En esta moda asentada de que "somos lo que damos" comienzo a dudarlo seriamente, mis palabras cual misiles lo dicen sin tapujos mientras os reto a un experimento: contad las muestras de afecto que observáis a lo largo del día, y contad las malas caras o las cabezas cabibazjas; Y el ganador esssss...

Ese locutor que me distrajo apenas unos segundos del ordenador hizo tambalear la centrifugadora que tengo por cabeza y visualicé de un plumazo los informativos de los últimos meses, asesinatos, palizas, familias rotas, niños, bebés inocentes: violencia.

Mis palabras hoy se me hacen duras, porque he aprendido mucho y supongo que mejor a lo largo de los años, pero aunque mi patata ya tenga una coraza a medida, yo sí intento creer en el amor, y además sé que existe; lo inventa una canción, o una palabra, o un gesto, un imprevisto, una sorpresa, un abrazo, un beso...

Y además pienso que si dejamos de creer en ello, no nos queda más remedio que comprar un mando a distancia para manejarnos como robots de última generación.