Cartas al director

Lágrimas que queman

No está allí, pero lo siente, lo piensa y se ahoga en la asfixia de familias destrozadas, familias y personas que se levantaron un día cualquiera de una semana cualquiera que acabó siendo para algunas el último día de su vida, y para otras será ya un infierno grabado a pulso en sus entrañas.

Impotencia, frustración, lágrimas que queman, porque secan el rostro de vidas evaporándose sin poder hacer absolutamente nada... amasijos de hierros, de casas, de coches... desolación en medio de la carretera de la muerte.

Ella no está, porque no vive allí, no le tocó vivir allí, pero pudo haber sido también...

Recuerda sus gentes, humildes de corazón; sus dulces por todas partes, porque a lo mejor no encuentras cualquier otra cosa pero esos bizcochos, esas "natas", y las calles empedradas a lo antiguo, donde de repente asoma una gran mansión...

Recuerda tanto de muchos viajes a un país hermano; pero ahora recordará que tiene un motivo más para levantarse cada día, un motivo más de los muchos con los que es un poco pesada últimamente: vivir, disfrutar el presente de un día que no va a volver.

Portugal, aquí, unidos a tu mano, estamos tus hermanos: no te quepa duda.