Cartas al director

Valientes

Me tropecé con ella, iba mirando al suelo y no se percató, alzó la mirada llorosa y me pidió perdón, me reconoció, pero esta vez no esbozó su habitual sonrisa, sólo fijaba sus ojos en los míos.

Le pregunté si ocurría algo y me respondió que un desengaño había enfurecido sus venas.

La cogí veloz de la mano y la escondí en un rincón, "escucha pequeña", susurré...

"Seca esas lágrimas que tienes unos ojos demasiados bonitos para taparlos con aguas de quien no lo merece, endereza tu cabeza, ahí, bien alta, que nadie ha de apagar la luz de quien hace brillar a los demás".
Por fin me sonrió... me bastó su sonrisa para saber que estaba bien...

Así que hoy mis letras van para esas y esos valientes y luchadores que salen adelante sin quejas, disfrutando los pequeños momentos de la vida; van para la gente sana de mente y corazón, que no tiene miedo a decir las cosas mirándote a los ojos, gusten o

El resto, aquellos que dañan gratuitamente, quien sabe, tal vez un día se darán cuenta, o no... al fin y al cabo, eso es lo de menos.