Cartas al director

El hacedor de lluvia

Cuentan que en el pasado en las tribus  y en los pueblos había una persona que se encargaba de una función primordial de todas, la de hacedor de lluvias, tal y como recoge el insigne antropólogo escocés George Frazer en su obra “Magia y religión”. Este sentido  por controlar la naturaleza o al menos buscar sus bendiciones, evitando en lo posible sus excesos, aparece en la mitología de países donde la climatología era adversa,  como en la cultura celta y escandinava con la aparición de dioses como Thor o dios del trueno. Extrapolado el tema a la cultura católico cristiana, hay rogativas a Dios, a la Virgen pero especialmente a los santos. Entre esas rogativas teníamos la de San Pedro, y sobre todo la de San Isidro Labrador, a los cuales,  y especialmente a este último se le arrojaba a su paso pan, o cereales, bacalao, para pedir la bendición de las cosechas y buenas lluvias. Repensando lo anterior algo mal estaremos haciendo  con el clima, pues llueve poco, y cuando llueve, llueve a cántaros, que hace más daño que beneficio. 

Las tormentas y los ciclones aumentan, al igual que la sequía y pérdida de nacimientos de agua y manantiales. Por tanto yo creo que esta figura debería de tomarse más en serio, o al menos creer que la tierra Gaia es un ser vivo que necesita cuidados y que como tal no puede ser despreciada u olvidada. El efecto del hombre  sobre el clima está dejando una huella imparable y dañina, a pesar de la ecología y los ecosistemas, donde todo parece converger no ya en un cambio de ciclo, sino en un calentamiento y sequía imparable. Por ello, yo apuesto por hacer invocaciones e imprecaciones, por cantar y pedir la lluvia, como el mejor de los deseos de todos, y que por decreto se declare como día de fiesta nacional el día que caigan en el país las primeras y copiosas lluvias de otoño. 

No se trata de que llueva y cantemos a la Virgen de la Cueva, sino de implorar socorro, para que los elementos y la naturaleza tengan misericordia de nosotros.  Por tanto necesitamos druidas, hacedores del viento, el agua, y chambelanes de la lluvia, que sean instituidos  comisarios, emisarios y voceros del clima. Este cargo sería muy importante, dada la necesidad urgente y la continua sequía que nos agosta y nos deja yermos.