Los ciclos en nuestro país y la política y el derecho van lastrando el tiempo y su devenir. Una sociedad cada vez más abierta, multicultural, plural y compleja, no deja de ser sino un desafío para los que ejercen el poder. Contentar a unos, y no a otros y viceversa, buscar un equilibrio, es algo arduo y difícil, como se desprende de conflictos como la vertebración territorial del Estado, o el propio conflicto catalán
Lo que debemos de aprender entre todos es a simplificar las cosas y la realidad. Alguien dijo por ahí que en toda historia hay incas, mayas y aztecas, según su virtud de trabajar, hablar, o mandar. Nadie discute que el hablar o buscar un consenso no sea un esfuerzo meritorio, pero trascender nuestra meta realidad buscando una posición neutral en el ejercicio de todo poder, es algo como poco, no demasiado frecuente, y no demasiado común.
La fidelidad a unas siglas, a un ideario, si no nace de la sociedad y se establece para mejorarla, de nada vale. Superar las barreras, los miedos, las desavenencias y las dudas es algo importante. Muchas energías a veces se pierden en el dime, en el qué dirán, en idas y venidas, o en un exceso de burocracia entrecruzada.
Lo curioso es que casi todo el mundo está de acuerdo por ejemplo en ver un mundial de fútbol, pero casi nadie protesta por la subida impositiva, por la escalada del precio de los carburantes, o por la falta de bibliotecas y librerías en nuestro país (ya en parte casi museos). Por suerte o desgracia, discrepar a modo de “disiecta membra” contra el “status quo” establecido no nos ofrece casi nunca garantías de éxito.
El pensamiento crítico lo quieren algunos cercenar en la universidad y en la escuela, a esto no se le puede llamar democracia, cuando la voz de los que piensan distinto no siempre es tenida en cuenta, y cuando la sociedad camina como una cadena de relevos a la alternancia en el poder, en los procesos e ideas. Lo mejor de todo sería innovar, que la democracia con las nuevas tecnologías fuese más directa y más real, y sobre todo que accedan a lugares de decisión los mejores. Sin embargo, la realidad social, es un arco iris multicolor y caleidoscópico complejo, donde a veces se escucha más a los que más protestan y gritan, pero no siempre se aplaude o se habla de quienes cada día trabajan en silencio.