Cartas al director

Condenado a vivir del turismo

El sol y playa se ha convertido en el modelo productivo de Baleares desde aquellos lejanos años 50. Somos un archipiélago entregado al turismo y, en líneas generales, no nos ha ido nada mal. Hemos superado los efectos más devastadores de la crisis en términos de empleo y seguimos generando riqueza gracias al empuje del sector servicios.

Esa burbuja se ha inflado gracias a la inestabilidad política y social de los conocidos como destinos competidores, mientras la industria turística observa con recelo cómo Turquía, Túnez, Grecia o Chipre vuelven a rivalizar con Baleares en la captación de viajeros.
Muchos economistas apuestan por reforzar ese segmento en el que nos hemos especializado, descartando, a priori, cualquier esfuerzo por diversificar nuestra economía. Poco se puede hacer más allá de la estrategia de inversión en investigación, desarrollo e innovación. Entonces, ¿estamos condenados a ganarnos la vida exclusivamente mediante el sector servicios?

Parece que sí. El coste de la insularidad juega en nuestra contra. Las empresas de las islas no pueden competir con las del resto del continente. Y son muchos los sectores perjudicados: desde la agricultura y la pesca a la industria. 

Esperemos que, al menos, la apuesta por la calidad que defienden las instituciones y que ha materializado el sector privado con inversiones millonarias contribuya a tirar de carro de nuestra economía y de toda la sociedad.