Cartas al director

La salud de hierro (de nuestros políticos)

Ser viejo trae como consecuencia el padecimiento de achaques, casi siempre crónicos e irreversibles. Así que de forma casi sistemática acostumbro a acudir al Centro Médico de Pereiro de Aguiar y, mientras espero mi turno, observo como otros vecinos de los pueblos del municipio se saludan, charlan y preguntan  por otros familiares. Algunos son como yo, viejos, pero también me encuentro con otros jóvenes. Si acudo a una consulta externa en el CHUO, ocurre casi  lo mismo: es difícil que en la sala de espera no coincidas con alguien que hace tiempo que no sabías nada de él. Y ya en “planta”, aun siendo dos en una habitación, también, en mis hospitalizaciones (que son ya varias) he tenido compañeros conocidos.

Hace unos días leyendo La Región me entero de que mientras estaba yo en “cardiología”, Jota Punto Noguerol (más de 40 años que no lo veo en persona) estaba en otra planta tras pasar todo el calvario de “urgencias”.

Lo curioso es que en todas estas situaciones relacionadas con la salud, nunca he coincidido con un político ni en Pereiro ni el CHUO. Y esto me alegra y mucho, porque está claro que nuestros políticos tienen una salud de hierro, y esto les permite estar más pendientes de la administración de nuestros intereses, que se supone que es el fin primordial de sus tareas.

 ¡Uy! Me estoy imaginando a Jota Punto Noguerol, leyendo estas reflexiones y diciendo: “Gonzalo, no seas ingenuo, los políticos no los encuentras porque pasan de la pública y están en la privada”.